Anoxias anóxicas.
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Anoxias anóxicas. Son las más frecuentes. Pueden ser exógenas o endógenas:
A) Anoxias en el mal de las alturas. En las grandes altitudes, el aire contiene el mismo oxígeno que al nivel del mar, pero como la presión barométrica es mucho menor, el aprovechamiento del oxígeno por el organismo está también muy disminuido; proporcionalmente a la disminución barométrica. Los síntomas del mal de montaña, síndrome puramente anóxico, empiezan a partir de los 4.000 metros; después de los 8.000 pueden ser graves o mortales. Hay en esto muchas variaciones; todos los autores han observado, y yo también (Perú y Bolivia), que a partir de los 3.000 metros algunos individuos presentan molestias quizá importantes; mientras que otros resisten altitudes elevadas impunemente, por lo menos durante algún tiempo; estas variaciones individuales están, sin duda, en relación con el estado de los aparatos circulatorio, respiratorio y nervioso y, quizá, con las necesidades basales de los tejidos; un mixedematoso, por ejemplo, resiste sin duda la altura —y en general todas las anoxias— mejor que un hipertiroideo; es muy probable que la degeneración cretínica (en gran parte hipotiroidea) de los habitantes de las altas montañas tenga un sentido defensivo. Tampoco hay que olvidar la influencia del sistema nervioso; todos los observadores están de acuerdo en la enorme influencia de la sugestión en el mal de altura, como en el mal del mar. Una misma altura se soporta mejor en unas regiones que en otras (aparte de estas diferencias individuales); se ha atribuido, con más o menos razón, esta diferencia a la luz, a la temperatura, al estado eléctrico de la atmósfera.
Hay que distinguir el mal de altura agudo y el crónico:
1. Mal de altura agudo. Aparece en las ascensiones a las montañas, en las ascensiones en globo y en los vuelos en aeroplano. En las ascensiones a las montañas, la subida gradual preserva, en parte, de los accidentes anóxicos; pero, en cambio, el esfuerzo físico predispone a ellos; por lo que en total estos accidentes son más frecuentes en el alpinismo que en la aerostación y en la aviación. En el globo y en el aeroplano, el reposo físico y la inhalación de oxígeno evitan fácilmente los accidentes. Los síntomas del mal de altura agudos son: disnea al menor esfuerzo, taquicardia, palpitaciones, astenia, cianosis, cefalea, vértigo, insomnio, inapetencia, náuseas, epistaxis u otras hemorragias mucosas; más los síntomas psíquicos: embotamiento, pérdida de memoria, ideas fijas, delirio y, sobre todo, cambios de carácter: irritabilidad, alteraciones del sentido ético; llama la atención la frecuencia y precocidad de estos síntomas psíquicos, que no siempre se interpretan como debidos a la altura por presentarse aislados y porque muchas veces acentúan tan sólo tendencias habituales de la personalidad del enfermo. En algunos casos el cuadro clínico tiene el aspecto alegre y extravagante de la borrachera; como no es raro haber bebido durante la ascensión, se puede interpretar falsamente como embriaguez. Puede haber coma súbito. Es típica la cesación de todos estos fenómenos en cuanto se desciende a altitudes normales.
2. Mal de montaña crónico. Los trastornos de aclimatación a las grandes alturas constituyen un síndrome bien estudiado sobre todo en los Andes, donde se denomina puna (páramo) o soroche (emanaciones minerales) (Monge, Castex, Barcroft). Los síntomas del cuadro agudo se desvanecen en el crónico, reapareciendo únicamente en el esfuerzo, sobre todo la disnea, la cefalea y el vértigo. Pero aparecen otros muy significativos, especialmente la policitemia (Þ) con aumento de hemoglobina, macrocitosis y aumento de la cantidad de sangre. Se ha observado también hiperviscosidad sanguínea, alcalosis e hipocolesterinemia. La cianosis poliglobinémica se hace permanente. Puede haber esplenomegalia. Los enfermos recuerdan mucho a los policitémicos o a los de corazón pulmonar crónico (Þ); o al síndrome de Cushing (Þ); es posible que en el mecanismo de adaptación a la altura intervengan directamente los centros hematopoyéticos del hipotálamo y la hipoxia misma. Es curiosa la disminución del apetito sexual y en las hembras la inhibición del ciclo estral; los animales en las grandes alturas pierden rápidamente la fecundidad (tal vez también por mecanismo hipofisario). Existe un aumento de eritropoyetina.
B) Anoxia por insuficiencia ventilatoria pulmonar. A la anoxia se debe una parte de la sintomatología (disnea, cianosis, astenia, trastornos psíquicos) de las lesiones graves del aparato respiratorio: neumonía bronconeumonía (Þ), edema pulmonar (Þ), enfisema pulmonar (Þ), esclerosis pulmonar, atelectasia (Þ), neumotórax (Þ), asma (Þ), obstrucción de las vías aéreas superiores (Þ). La anoxia se debe a dos mecanismos: a la pérdida de una parte del parénquima pulmonar para la oxigenación; y a la respiración superficial que impide desarrollar su eficacia oxigenante a las partes sanas del pulmón; este segundo factor es muy importante y explica en algunos casos la intensidad de la anoxia desproporcionada a la cuantía de la lesión; por ejemplo, en ciertos bronconeumónicos, neumónicos, edematosos del pulmón, tuberculosos miliares, etc. Esta respiración superficial puede ser producida por el dolor (como ocurre en la neumonía), pero su mecanismo fundamental es nervioso, por un reflejo del nervio vago que se inicia en la lesión pulmonar. En las anoxias de este grupo y en las debidas al éxtasis sanguíneo y a la intoxicación por el óxido de carbono, que estudiaré después, hay acidosis gaseosa (Þ), que contribuye por su parte a la polipnea. Aparte de los ejemplos de insuficiencia respiratoria, de vías y de campo, citados, existen otros de tipo motor periférico: por afecciones vertebrales o torácicas, en la miastenia, en la poliomielitis y polineuritis, o sea, una insuficiencia respiratoria obstructiva o restrictiva, con hipoxia, hipercapnia y acidosis (tipo global de Rossier).
C) Anoxia por drogas que disminuyen la excitabilidad del centro respiratorio bulbar. Las drogas del opio y derivados producen la disminución de la excitabilidad del centro respiratorio bulbar, de donde su empleo en el tratamiento de la disnea y de la tos. Si la dosis es excesiva o si se trata de personas muy sensibles puede producirse una atenuación excesiva del reflejo bulbar respiratorio, con anoxemia, de la que es indicio la respiración de Cheyne-Stokes. El mismo efecto puede ser debido a los barbitúricos a dosis muy altas.
D) Anoxia por «shunt»: la mezcla en el corazón de la sangre arterial con la venosa. Ocurre en las enfermedades congénitas del corazón (Þ). Su mecanismo es obvio. En muchos enfermos sólo se manifiesta durante el ejercicio, aun cuando un cierto grado de anoxia es permanente.
E) Anoxia por atmósferas viciadas por gases inertes. No se trata aquí de gases que se combinan con la hemoglobina, como el óxido de carbono, del que hablaré enseguida; sino de gases inertes que desplazan el oxígeno del aire y hacen a éste insuficiente para la respiración. Tal ocurre en los mineros, en las minas en que se trabaja en atmósferas cargadas de metano o nitrógeno. La anoxia se desvanece rápidamente al salir al aire libre. También pueden incluirse aquí las anoxias por ambientes cargados de CO2 en pozos, cisternas, etc., causa de muerte sucesiva en los que intentan salvar al primero que se desvanece.
F) El sueño fisiológico profundo determina una disminución de la excitabilidad de los centros respiratorios, con respiración superficial y un cierto grado de anoxia y acidosis gaseosa. Es probable la influencia de esta anoxia en la génesis de algunas pesadillas, terrores nocturnos, etc.
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