Trastornos de la marcha de origen nervioso.
Trastornos de la marcha de origen nervioso:
A) Marcha hemipléjica. Es clásica la marcha de segador de los hemipléjicos: para no tropezar con el pie paralizado, el enfermo se apoya en la pierna sana, como en un eje, inclinando el tronco ligeramente sobre este lado sano; y hace que la pierna paralizada, péndula, avance describiendo un arco de círculo. En los hemipléjicos leves, iniciales, no se observa esta marcha de segador, y sí sólo la torpeza y debilidad de la pierna, que obliga al enfermo a cojear ligeramente y a tropezar con frecuencia. Síntomas de la hemiplejía, (Þ).
B) Marcha en el reblandecimiento cerebral difuso. El enfermo avanza lentamente, tanteando, dudando, despegando con dificultad los pies del suelo, a pequeños pasos. Es muy típica y basta para diagnosticar las formas difusas de reblandecimiento cerebral, muchas veces con fenómenos seudobulbares (estado lagunar): (Þ). En los viejos muy avanzados es una manifestación casi normal.
C) Marcha parkinsoniana. Es parecida a la anterior, a pequeños pasos, pero debida a la rigidez muscular, que hace que el enfermo arrastre los pies, adelantándolos muy lentamente al principio, pero acelerando poco a poco la marcha hasta hacerse «festinante» (cinesia paradójica). Esta marcha, unida a la clásica postura del paciente encogido e inclinado hacia delante (Þ), sin balanceo de los brazos, pero con temblor, basta para el diagnóstico. La enfermedad de Parkinson, senil, esclerósica, se asocia muchas veces al estado lagunar, contribuyendo los dos a este tipo de marcha. Pero también se presenta muy claramente en el parkinsonismo juvenil, postencefalítico, en el que no hay reblandecimiento cerebral.
D) Marcha espástica. Se caracteriza por la dificultad que la rigidez muscular imprime al acto de despegar el pie del suelo y a ejecutar el resto de los movimientos del paso normal. Éste se hace por sacudidas, obligando al enfermo a balancear el cuerpo alternativamente. La marcha se hace digitígrada, por equinismo de los pies, y trepidante, por el clonus que desencadena el apoyo en el suelo. El resto de los síntomas parapléjicos (Þ) hace fácil el diagnóstico.
E) Marcha polineurítica. Las polineuritis que afectan preferentemente a los músculos extensores de los dedos del pie y al peroneo, dan lugar a una marcha tan típica que, aun en los casos leves, induce al diagnóstico: al elevarse la pierna del suelo, en lugar de flexionarse el pie ligeramente como en el paso normal, queda extendido colgando; y el enfermo, para no tropezar con la punta inerte del mismo, levanta excesivamente la pierna y deja caer de plano el pie sobre el suelo, como azotándole («steppage») sonoramente. Esta marcha puede presentarse también en casos de parálisis infantil y en lesiones de la cola de caballo. Síntomas de la polineuritis: (Þ).
F) Marcha atáxica o tabética. Se presenta en la tabes dorsal y en todos los demás síndromes atáxicos (Þ), y permite, por sí sola, este diagnóstico. Las piernas conservan su fuerza muscular; pero, por falta de coordinación automática de los movimientos, a cada paso los pies son lanzados con violencia excesiva y trayectoria exagerada, como para iniciar un puntapié, cayendo también violentamente sobre el suelo, que es golpeado por el talón: se parece al paso del soldado alemán. El enfermo, en las fases avanzadas, se ve obligado a mirar al suelo para controlar con la vista movimientos desordenados y su marcha se hace más difícil de noche.
G) Marcha cerebelosa. Es la típica marcha titubeante del borracho hacia uno y otro lado y tambaleante hacia delante y atrás, con pasos en zigzag y pies separados así como brazos extendidos, horizontales, hacia los lados. Se presenta en todas las lesiones del cerebelo (Þ). En la esclerosis en placas es frecuente una combinación de la marcha cerebelosa, titubeante, con la rigidez de la marcha espástica (marcha cerebeloespasmódica): (Þ).
H) Marcha ataxocerebelosa. Es una combinación de las dos precedentes; típica de la enfermedad de Friedreich (Þ).
I) Marcha en la ciática. Es una marcha «de miedo al dolor»: el enfermo apoya el pie con precaución infinita para evitar el sufrimiento, apoyándose en un bastón, con el tronco ligeramente flexionado sobre el muslo y la rodilla ligeramente flexionada y la pierna en rotación externa, para evitar la extensión del miembro, que aumenta el dolor; esta postura, continuada, puede dar lugar a escoliosis de compensación. Otros síntomas: (Þ).
J) Claudicación intermitente de origen medular. Se presenta en la fase inicial de la sífilis medular y también en otras enfermedades de la médula, como la esclerosis en placas, pudiendo preceder, en muchos meses, a los otros síntomas. Se atribuye a la arteritis de las arteriolas que irrigan los fascículos piramidales; en el fondo, pues, sería una claudicación de mecanismo vascular. El enfermo, al cabo de más o menos tiempo de marcha, sufre de adormecimiento u hormigueo, o de calambre de la pierna, sobre todo de las pantorrillas, viéndose obligado a detenerse; el reposo disipa la molestia y permite reanudar la marcha. Es inevitable la confusión con la claudicación de origen arterial (Þ); se diferencia porque, en la nerviosa, faltan los síntomas de arteriosclerosis o arteritis en los vasos de la pierna; por la presencia de los síntomas de la lesión medular (Þ); por la frecuente bilateralidad (la claudicación de origen arterial es casi siempre unilateral), y porque los dolores o calambres dolorosos son mucho menos frecuentes que en la arterial; su sintomatología es más de impotencia pura. En la isquemia bilateral de la bifurcación aórtica (síndrome de Leriche) no es posible la marcha ya que existe una paraplejía total.
K) En los tumores del cuarto ventrículo (Þ) puede haber claudicación brusca de la pierna.
L) Marcha en tijeras, de los niños con parálisis o diplejía cerebral tipo Little: al andar rozan ambas rodillas entre sí por su cara interna y las piernas se cruzan, adelantándose, alternativamente. Es una paraparesia espástica central.
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Trastornos de la marcha de origen muscular
Trastornos de la marcha de origen muscular:
A) En las miopatías que afectan a los músculos de la cintura pelviana (distrofia muscular progresiva) hay una marcha muy característica, llamada de pato por el balanceo de las caderas que la acompaña, con extensión exagerada del tronco, a consecuencia de la lordosis intensa de este proceso (Þ); es muy parecida a la de la luxación congénita bilateral de la cadera.
B) El calambre (Þ) produce una cojera temporal que se puede confundir, de momento, con la claudicación intermitente; pero es episódica y no, como la claudicación, permanente dentro de la intermitencia.
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