Reflejos superficiales: cutáneos y mucosos.
Reflejos superficiales: cutáneos (cutaneomusculares) y mucosos. Los más interesantes son:
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Reflejo plantar.
Se frota o araña ligeramente la planta del pie, hacia su borde externo, con un alfiler; normalmente, los dedos del pie se flexionan; en estado patológico, se produce una inversión del reflejo, es decir, los dedos se extienden, sobre todo el dedo gordo (signo de Babinski), a veces, a la vez, los dedos se separan en abanico. Excítase también comprimiendo el tendón de Aquiles o los músculos de la pantorrilla, o frotando enérgicamente de arriba abajo la cresta anterior de la tibia. Se produce espontáneamente haciendo andar descalzo al enfermo. Localización medular: 5.º segmento lumbar y 1.º y 2.º sacros.
Reflejo cremastérico.
Se rasca con un alfiler la cara interna del muslo; normalmente, el testículo del mismo lado se eleva; a la vez, pero menos visiblemente, se produce una contracción de la pared abdominal por encima del arco crural correspondiente. En la mujer, la misma exploración produce una contracción mucho menos visible del labio mayor. En estado patológico puede observarse una abolición o una exageración del reflejo. Centro medular: 1.° y 2.º segmentos lumbares. No debe confundirse este reflejo cremastérico con el reflejo escrotal o dártrico, que es un movimiento de arrugamiento del escroto, sin movimiento del testículo, sin ningún valor diagnóstico (Þ).
Reflejos abdominales.
Frotando o rascando la pared anterior del vientre, se produce una contracción de los músculos abdominales del mismo lado y el vientre se retrae. Hay tres reflejos abdominales: el superior o epigástrico (por encima del ombligo), el medio (a nivel umbilical) y el inferior (por debajo del ombligo); patológicamente, estos reflejos pueden estar exagerados o disminuidos. Centro medular: para el inferior, el 10.°, 11.º y 12.º segmentos dorsales; para el medio 8.° y 9.º y para el superior, 6.º y 7.º segmentos dorsales.
Reflejo corneal.
Con una torunda de algodón se estimula la conjuntiva bulbar y a través del V par (trigémino) en sus fibras sensitivas, se alcanza el centro reflejo protuberancial, desde el que sale la respuesta motora del VII (facial) al orbicular de los párpados. Ausente en las lesiones del V, del VII o positivas.
La semiología general de estos reflejos cutáneos no puede estudiarse en conjunto como la de los tendinosos; lo haré para cada uno por separado. Conviene recordar, sin embargo, que las lesiones de la primera neurona motora —parálisis centrales— disocian los reflejos, exaltando los tendineoperiósticos y aboliendo o invirtiendo los cutáneos, mientras que las lesiones de la segunda neurona —parálisis periféricas— y las del arco reflejo medular en general, suprimen tanto los reflejos cutáneos como los profundos.
A) Reflejo plantar.
Se presenta en el reflejo plantar invertido, o signo de Babinski positivo, en todo caso de lesión de la vía piramidal: en la pierna afectada, si se trata de una hemiplejía o monoplejía inferior; en las dos piernas, si se trata de una paraplejía. El gran valor de este síntoma se debe: a su gran constancia; a que se presenta lo mismo en las lesiones piramidales con síndrome espasmódico que en las fases flácidas; a que aparece muy precozmente; y, finalmente, a que en parálisis casi completamente curadas persiste, como signo precioso para los juicios retrospectivos.
Enumeraré sus principales etiologías:
1. Normalmente, en el niño hasta el fin del segundo año, hay Babinski positivo.
2. En todas las hemiplejías orgánicas en el lado enfermo, acompañado, por lo común, de hiperreflexia tendinosa, clonus del pie, etc. Durante el ictus puede presentarse también en el lado no paralizado, aunque con menos intensidad. Es el signo más importante para diferenciar las hemiplejías orgánicas de las funcionales (histéricas o simuladas) (Þ).
3. En las meningitis y hemorragias meníngeas (bilateral): (Þ).
4. En las neoplasias cerebrales, con gran hipertensión craneal (bilateral) (Þ). En las que producen irritación cortical hay, naturalmente, una exageración mayor en el lado correspondiente a esta irritación.
5. Durante el ataque de epilepsia, el Babinski suele ser positivo; a veces, este dato es útil para la diferenciación de un ataque nervioso (Þ).
6. En la esclerosis en placas: signo de gran valor diagnóstico; pero no tanto que sin él no se pueda diagnosticar la esclerosis en placas, pues hay casos, seguros, con reflejo plantar normal; por lo menos durante una fase prolongada de la enfermedad. Otros síntomas: (Þ).
7. En la esclerosis lateral amiotrófica; pero no es absolutamente constante (Þ).
8. En las paraplejías de origen central: (Þ).
9. A veces, en la ataxia espinal familiar de Friedreich (Þ).
10. El signo de Babinski puede aparecer también, de modo reversible, en los trastornos funcionales del sistema piramidal: por anoxia transitoria —en las fases de apnea del Cheyne-Stokes, por ejemplo— de cualquier origen, en los comas tóxicos o metabólicos —alcohólico, barbitúrico, diabético, hipoglucémico, etc.— y con motivo de una conmoción cerebral o de un electroshock.
B) Reflejos abdominales:
1. Exageración. Se observa en todos los estados irritativos cerebrales o medulares. No tiene valor diagnóstico.
2. Abolición. En cambio, la abolición de este reflejo es de un cierto interés:
a) En primer lugar, hay que saber que muchos individuos normales tienen este reflejo negativo, o por lo menos difícil de observar; tal ocurre en los obesos y en personas con el vientre relajado por distensiones anteriores, como las mujeres multíparas, laparotomizadas, etc. Este gran contingente de causas de error resta utilidad al reflejo.
b) En cualquier lesión de la vía piramidal y por ejemplo en la hemiplejía orgánica está abolido en el lado paralizado; a la inversa que los reflejos tendinosos.
c) En las lesiones medulares con paraplejía está abolido; la fina exploración de este reflejo puede servir para localizar la lesión; por ejemplo, en caso de tumor medular, si se conserva el abdominal superior (6.°, 7.° y 8.° segmentos dorsales) y está abolido el inferior (10.°, 11.° y 12.° segmentos) puede localizarse la lesión en estos tres últimos segmentos.
d) En la esclerosis en placas. Es signo de gran valor por su precocidad y constancia; muchos autores consideran su abolición indispensable para este diagnóstico; criterio, sin duda, extremado (Þ).
e) En las radiculitis y polineuritis (Þ) está, generalmente, abolido.
f) En la tabes suele conservarse y aun exagerarse al principio (en contraste con la abolición de los reflejos tendinosos); pero, al cabo, se anula también (Þ).
g) En las encefalopatías y oligofrenias, la conservación del reflejo abdominal es signo de buen pronóstico para el porvenir (Moragas).
C) Reflejo cremastérico.
Su valor semiológico es confuso. Los libros se limitan a decir que se comporta como el reflejo abdominal y que tiene, por tanto, el mismo significado. Pero, según mi experiencia, intervienen en este reflejo muchas causas que disminuyen su significación clínica; helas aquí:
1. En contra de otros autores, he encontrado muchos individuos normales, con reflejo cremastérico negativo.
2. La edad influye mucho: en el niño, el reflejo es tan violento, que basta una excitación leve, a veces en puntos muy alejados de la piel de la cara anterointerna del muslo, para que el testículo, no sólo se retraiga, sino que desaparezca en el conducto inguinal (signo del ascensor), creando una verdadera criptorquidia pasajera; esta irritabilidad del reflejo se conserva, aunque progresivamente atenuada, hasta la adolescencia y la pubertad, apagándose aún más, gradualmente, durante la época de la madurez, al final de ésta y en la vejez, el reflejo puede desaparecer por completo, aun cuando hay ancianos que lo conservan vivo.
3. He observado que en las neurosis sexuales juveniles con impotencia funcional, casi siempre por timidez, el reflejo cremastérico es muy intenso; también en los jóvenes con espermatorrea, y apagado o nulo, en cambio, en la impotencia por lesión orgánica (eunucoidismo), hipogenitalismo leve, por lo que podría servir de signo diferencial.
4. En la hemiplejía suele estar abolido, como el cutáneo, pero no siempre; cuando no lo está sería síntoma de buen pronóstico para la futura recuperación de la parálisis (Castro).
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