Discromías por enfermedades cutáneas.
Discromías por enfermedades cutáneas. Una gran cantidad de afecciones cutáneas se acompañan de discromías. Las que interesan al clínico general son:
A) Piel de vagabundo. Se llama así a una pigmentación oscura, a veces muy acentuada, que puede recordar a la addisoniana, y que aparece en sujetos de vida miserable y errabunda. Se debe a la persistencia de la acción de las inclemencias atmosféricas, a deficiencias alimentarias (¿vitamina C?) a la falta perseverante de lavados y a la acción irritativa de los parásitos (sobre todo los piojos: pediculosis) y rascamientos consecutivos. No es excepcional que sean tuberculosos inveterados, fibrosos. La delgadez y la astenia con que estos vagabundos entran en los hospitales hacen que se plantee, a veces, el diagnóstico diferencial con la enfermedad de Addison; y el problema se complica en países como el nuestro por la relativa frecuencia con que tales individuos presentan las pigmentaciones raciales de la mucosa bucal (Þ). La diferenciación se hace por las inconfundibles lesiones del rascamiento; y por la falta de las ráfagas y lunares típicos de Addison; y por la mayor intensidad de la pigmentación en los sitios en que abundan los piojos (cintura escapular y pelviana). En dos ocasiones he encontrado en la autopsia de estos vagabundos lesiones suprarrenales.
B) Vitíligo. Es ésta una de las dermopatías que más interesan al médico general. Se caracteriza por la aparición de manchas, pequeñas o grandes, irregulares, de acromía, rodeadas de un halo de piel hiperpigmentada color café con leche, generalmente bilaterales y simétricas. Esta hipercromía periférica distingue al vitíligo de las leucodermias o acromías vitiligoides, como las que aparecen en la neurofibromatosis, en los estados hipofisarios, etc. Sin embargo, la distinción no siempre es neta, y es seguro que patogénicamente existe un gran parentesco entre el vitíligo y los estados vitiligoides. La acción intensa de la luz acentúa, indirectamente, el vitíligo por el oscurecimiento de la piel en torno, y la falta de oscurecimiento de la piel por vitíligo. Pero éste tiene, además, cambios espontáneos, en relación con las estaciones, con los estados nerviosos, etc., o sin causa conocida. Su relación con el hipotálamo parece evidente, y también con los trastornos endocrinos que habitualmente se asocian a los trastornos hipotalámicos (acromegalia, hipertiroidismo, insuficiencia suprarrenal, diabetes, etc.); también se observa en la anemia perniciosa, en contraste con su cloasma frecuentemente asociado. Un vitíligo secundario, sintomático en el dorso de las manos aparece en bastantes casos de hipertiroidismo. Puede presentarse en una enfermedad autoinmune. El albinismo (Þ) acromía uniforme y generalizada, no tiene nada que ver con el vitíligo.
C) Esclerodermia. Es sabido (Þ) que la esclerodermia puede aparecer, ya hiperpigmentada, recordando al Addison, ya acrómica, recordando al vitíligo y a las discromías hipofisarias (poiquilodermia).
D) Pigmentaciones amarillas de origen varicósico. Es frecuente que los portadores de viejas varices presenten en las piernas manchas difusas y fragmentadas de color ocre, debidas a la transformación de los hematíes extravasados por mínimas hemorragias y por la misma dificultad de la circulación de retorno: un verdadero tatuaje férrico (dermitis ocre de los varicósicos).
E) El uso de ciertos detergentes para el lavado de la ropa determinó últimamente la aparición de pigmentaciones, especialmente en zonas de roce (Piñol). Al parecer han sido retirados del mercado.
F) El herpes zóster deja, al curar, cicatrices pigmentadas.
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