Angustia.
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La angustia, la ansiedad, es una sensación penosísima de expectación temerosa, cuyo nombre define su naturaleza. En castellano, las dos palabras —angustia y ansiedad— tienen un significado igualmente aplicable a estos enfermos. Acaso, ansiedad expresa la sensación de expectación temerosa, más concretamente que angustia; ésta se refiere más bien a una sensación física, de vaga aprensión o de neto dolor o constricción, que sirve de núcleo a un estado temeroso, a una verdadera ansiedad. Semiológicamente, pueden estudiarse a la vez. Unas veces, la angustia está dominada por el temor a un vago peligro; otras, por la idea de una contingencia indefinida, principalmente de la muerte; otras veces, el paciente tiene la conciencia firme de que nada le puede ocurrir y, sin embargo, siente la angustia física, irresistible, con un inevitable eco psíquico que no se puede concretar. El elemento físico de la angustia es importantísimo; es probable que sin él, más o menos explícito, no pueda hablarse de sensación angustiosa. Este elemento físico de la angustia puede tener una localización concreta, torácica o epigástrica, con sensación de constricción, de palpitación, de ahogo, de necesidad de suspirar (disnea suspirosa, típicamente psicógena), etcétera; otras veces, la persona angustiada no lo puede localizar.
I. Todos los accidentes patológicos paroxísticos que afectan a los órganos vitales producen angustia, en parte por la sensación penosísima o dolorosísima que determinan, en parte porque se asocian automáticamente a la idea de la muerte; por eso hay una angustia terrible en la angina de pecho, en el infarto miocárdico, en la embolia pulmonar, en la taquicardia paroxística, en el edema del pulmón, en el neumotórax espontáneo, en el asma, en el edema o espasmo glótico, en todas las formas del abdomen agudo. En cada uno de estos casos, la angustia es un síntoma de interés secundario para el diagnóstico. El simple miedo a estos accidentes graves puede provocar la angustia: tal ocurre, frecuentemente, en enfermos que los han padecido alguna vez o que se los han visto sufrir a otros, o simplemente en neuróticos que han oído o leído estos síntomas; en estos individuos preocupados, cualquier síntoma de significación equívoca, como una palpitación leve, un extrasístole, un pequeño ahogo, etc., puede provocar la angustia. Otro aspecto interesante del problema es el siguiente: es evidente que una lesión cardiaca o aórtica latentes pueden manifestarse únicamente por angustia, ya espontánea, ya suscitada por una emoción; por ejemplo, en presos que sentían angustia grande al cerrarles por la noche los cerrojos de las celdas, pude comprobar con frecuencia alteraciones cardiacas o aórticas iniciales; alguno de ellos, poco tiempo después, era un cardiaco declarado. Angustia, con hiperemotividad —ya descrita— en los estados hipoglucémicos.
II. El vértigo puede producir estados penosos de angustia.
III. En todas las enfermedades nerviosas, ya crónicas, como la tabes, ya agudas, como las meningitis (sobre todo la tuberculosa), puede haber estado de angustia. El comienzo de las crisis hipotalámicas agudas, suele caracterizarse por angustia (Þ).
IV. Se llama neurosis de ansiedad o de angustia a un cuadro neurótico muy vario, en el que domina este síntoma de la angustia, ya en forma casi permanente, ya como crisis paroxísticas. Son muy difíciles de precisar los síntomas de esta neurosis de angustia o de ansiedad, que es, en realidad, un elemento clínico que acompaña a muchos estados psiconeuróticos, oscurecido unas veces por el resto del cuadro psíquico y otras dominándole. Es evidente que en muchos de estos casos existen trastornos que denuncian un desequilibrio neurovegetativo (Þ); inestabilidad del pulso, sudor palmar, temblor, tendencia a los espasmos, inestabilidad vasomotora, inestabilidad emotiva, etc.; o bien alteraciones endocrinas, principalmente hipertiroideas discretas o insuficiencias ováricas. Es frecuente en mujeres jóvenes un cuadro de neurosis cardiaca o seudoangina de pecho, en el que predominan la precordialgia infra o supramamaria, disnea suspirosa, palpitaciones, astenia matutina e insomnio. A la exploración suele comprobarse una hiperalgesia a la compresión de la 4ª unión condrocostal izquierda. Puede agregarse un síndrome de hiperventilación con vértigo, parestesias, lipotimia, tetania, etc., por alcalosis. Es también indudable la relación de la neurosis dé angustia con emociones, con choques sexuales, con accidentes pasionales, hundidos en la subconsciencia; así como su curación al plantearse ante la conciencia este recuerdo; el médico general inteligente puede realizar este diagnóstico y tratamiento sin necesidad de inscribirse en la secta psicoanalítica. La angustia, en estos enfermos, suele sobrevenir en relación con las fobias, a que son muy propensos; por ejemplo, en la agorafobia, al atravesar una plaza; en la timidez, al acercarse a una mujer, etc.
V. La llamada neurosis de ansiedad se puede confundir con la ansiedad o angustia que acompaña a estados mentales definidos, como la angustia de la confusión mental (Þ) o de la depresión melancólica (Þ). En la neurosis de angustia, ésta es casi todo el síndrome; y en estados mentales nombrados, la angustia es un elemento secundario del síndrome.
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