Ataque nervioso; ataque histérico.

Ataque nervioso; ataque histérico.  Hasta hace algunos años, la diferenciación entre el ataque epiléptico y el ataque histérico era un importante problema clínico. Ahora preocupa mucho menos, pues, por una parte, el ataque histérico tiende a desaparecer de la clínica humana, y, por otra, nos inclinamos, cada vez más, a considerar como de causa orgánica estados convulsivos que antes se interpretaban como puramente funcionales, neuróticos. Aún vemos hoy día ataques de nervios vulgares, fáciles de diagnosticar; trátase de muchachas afectadas de contrariedades (muy a menudo en relación con la esfera sexual), con frecuente aura de contracción esofágica (bolo histérico) o palpitación; caída con precaución, contusionándose rara vez; ausencia de palidez inicial, de mordedura de la lengua, de emisión involuntaria de la orina, de pérdida de conocimiento; las convulsiones son muy aparatosas, a veces con posturas y contorsiones extravagantes; duran mucho más que el cuarto de hora epiléptico; no van seguidas de estado crepuscular (aunque sí de cansancio y dolorimiento muscular por la agitación y los esfuerzos de los presentes para sujetarla); generalmente, risa o llanto final. Cuando el ataque no se presencia, suelen bastar las descripciones y la comprobación de que no hay cicatrices de golpe ni de mordedura de lengua.

Se aconseja, en casos dudosos, ensayar la hiperventilación, antes mencionada, que provocaría el ataque epiléptico y no el nervioso; pero sólo he visto positiva esta prueba en el 7 por 100 de mis epilépticos. Otros datos clínicos del histerismo, (Þ). No hay que olvidar, en los casos confusos, que, no raramente, coinciden la epilepsia y el histerismo, mezclándose, por tanto, los síntomas de las dos enfermedades en el mismo individuo, sin que, empero, sea correcto hablar de una histeroepilepsia. También puede coincidir el histerismo con espasmofilia; durante el ataque histérico es muy frecuentemente positivo el signo de Chvostek o los demás que denuncian la tetania latente (Þ).