Meningismo.
Meningismo.
Se llama así a un síndrome meníngeo en el que el examen del líquido cefalorraquídeo y, eventualmente, la autopsia, demuestran que no se trata de un proceso inflamatorio, sino de una reacción serosa, con hipertensión intracraneal.
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A) Meningismo infeccioso.
En el curso de todas las infecciones graves (tifoidea, sarampión, escarlatina, viruela, pulmonía, tifus exantemático, fiebre amarilla, tuberculosis miliar inicial sin meningitis, secundarismo luético, leptospirosis de Weil, etc.), sobre todo en sus formas muy hipertérmicas, no es raro que se presente un síndrome meníngeo atenuado, que se designa como meningismo, dando a entender una reacción irritativa de las meninges sin inflamación propiamente dicha. También puede observarse en la toxoplasmosis.
El líquido cefalorraquídeo, ligeramente hipertenso, está claro, con muy escasos o nulos elementos celulares, y es aséptico. Este estado se desvanece al terminar la enfermedad general, y, si el enfermo muere, se aprecia un estado congestivo de las meninges, sin verdadera inflamación. No obstante, es indudable que el paso entre estos meningismos, cuya existencia no se puede negar, y la meningitis iniciales o meningoencefalitis difusas, es insensible; lo prueba el que, a veces, en enfermos con típicos meningismos quedan secuelas significativas, como intensas cefaleas, amnesias, etcétera.
Es mejor prescindir del calificativo de «meningismo» para estos cuadros parainfecciosos —verdaderas meningitis, mientras no se demuestre lo contrario— y reservar aquel término para los síndromes de reacción meníngea aséptica, por agentes físicos o químicos.
B) Meningismo tóxico.
En ciertos estados tóxicos exógenos (plomo, alcohol, el citado óxido de carbono, etc.) o endógenos (acidosis) puede producirse un estado de irritación meníngea, un verdadero meningismo tóxico, que se diferenciará de la meningitis por el antecedente y, sobre todo, por el líquido cefalorraquídeo moderadamente hipertenso, pero claro, sin alteraciones químicas ni celulares, sin sangre (que permite eliminar la hemorragia meníngea, que, en suma, sería un grado avanzado de estos meningismos); además, la punción alivia notablemente el síndrome.
De estos meningismos tóxicos, tal vez el que presenta problemas más difíciles en clínica es el debido a los vómitos cíclicos de los niños, son muchos los médicos que han tenido que resolver este problema; el cuadro del niño acidósico, con sus vómitos, quizá con fiebre y con los síntomas meníngeos, es casi idéntico al de una meningitis; el olor a acetona del hálito no debe darse como dato definitivo, pues hay niños con meningitis verdadera.
Sobre todo tuberculosa, que después de varios días de vómitos presentan acidosis; sólo el análisis del líquido cefalorraquídeo resuelve las dudas. Debe citarse, especialmente, también el síndrome seudomeníngeo de la insuficiencia suprarrenal grave, verdadero meningismo, quizá también acidósico, a veces pasajero, a veces premortal, que se diagnostica bien por la melanodermia y los demás síntomas addisonianos.
La administración intratecal de fármacos, antisueros y antibióticos puede ser origen de meningismos o de meningoencefalitis tóxica irritativa.
C) Meningismo por insolación.
A menudo se trata de una reacción meníngea con aspecto de «meningitis serosa abacteriana». Otras veces es una verdadera hemorragia subaracnoidea (véase luego). También se describe en deshidrataciones agudas.
D) Meningismo traumático.
Yatrógeno. La meningopatía irritativa transitoria, pero ocasionalmente con cefalea violenta, ocurre a veces tras la punción lumbar con extracción del liquor o después de una neumoencefalografía sin infección. A veces en el postoperatorio neuroquirúrgico.
E) Meningismo neoplásico o granulomatoso.
Existe irritación meníngea, con clínica, en casos de carcinosis o sarcomatosis meníngea metastásica y también a veces en el linfoma de Hodgkin, en la sarcoidosis y en las leucosis agudas (signo de una incipiente invasión del sistema nervioso central). Se han descrito crisis neurológicas, con meningismo, en la anemia hemolítica por Hb S. En todas ellas hay hipoglucorraquia frecuentemente.
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