Linfangitis

     La inflamación de la red de los vasos linfáticos, en los sitios en que esta red es visible, se traduce por su hinchazón y enrojecimiento, así como por su dolor, sobre todo a la presión. En los casos intensos, toda la piel enrojece, y es a primera vista difícil diferenciar una linfangitis de una dermitis, sobre todo de la erisipela; la confusión se acentúa, ya que ambas afecciones pueden tener el mismo origen y pueden asociarse. La diferencia se establece porque la erisipela termina por un borde neto, y en la linfangitis no, continuándose insensiblemente la región inflamada con la sana.

     La linfangitis puede ser aguda, progresiva, invasora, o crónica y limitada. Cuando se hace crónica puede dar lugar a los linfoedemas (Þ). En los casos agudos se acompaña de infarto de los ganglios correspondientes (poplíteos e inguinales, en la linfangitis del pie; epitroclear y axilares, en la linfangitis de la mano, etc.). Desde el punto de vista general, la linfangitis aguda suele acompañarse de escalofríos, fiebre y leucocitosis:

     I. La linfangitis indica siempre un foco séptico, muchas veces estreptocócico, comúnmente fácil de descubrir: heridas infectadas, úlceras crónicas de las piernas o manos, etc.

     II. En algunos casos este foco séptico es poco visible o inencontrable, y entonces se habla de linfangitis primaria; pero la inoculación infecciosa existe siempre; si no se encuentra, hay que admitir que ha pasado ya sin haber sido advertida.



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