Convulsiones en los niños.

Convulsiones en los niños.  Aun cuando ya he aludido a varias de las convulsiones infantiles, las resumo aquí de nuevo:

     A) El niño pequeño, de menos de dos años, suele poseer una excitabilidad neuromuscular excesiva, casi una espasmofilia fisiológica, marcada sobre todo en los niños con tendencia raquítica y con estado linfático. A favor de esta predisposición las convulsiones son mucho más fáciles en dicha edad temprana que en el niño prepuberal, y mucho más que en el adulto. Muchas de estas convulsiones de la primera infancia aparecidas espontáneamente, o provocadas por las indigestiones, infecciones, etc., antes señaladas, son, seguramente, de naturaleza tetánica: hay que buscar siempre los estigmas de la espasmofilia (Þ). Otras son epilépticas. Otras no se pueden clasificar. Pueden producirse a consecuencia del llanto (espasmo de sollozo: Debré): después de una serie de sollozos, sobreviene una fase de apnea, con cianosis y situación de espasmo muscular, que puede ir seguido de convulsiones; sin signos actuales ni evolución que permitan sospechar la naturaleza epiléptica ni la tetánica; acaece en niños nerviosos, de familias neuropáticas. Todas ellas se incluyen bajo la denominación de eclampsia infantil. Su pronóstico es menos grave a medida que el organismo es más joven.

     B) En la segunda infancia, hasta la pubertad, las convulsiones se van pareciendo más a las del adulto y tienen, poco más o menos, la misma significación que en éste. La epilepsia suele declararse ya en esta edad, si bien, frecuentemente, en formas atípicas: ausencias y otras equivalentes. Uno de éstos, es probablemente, la llamada picnolepsia (Friedmann), que ocurre en esta edad, sobre todo en niñas, y consiste en la suspensión, durante algunos segundos, de las funciones psíquicas, congestión o palidez de la cara, sin caída o con temblor de las piernas o cataplejía (Þ), o con un rápido parpadeo; son accidentes leves, pero muy reincidentes (a veces hasta 50 o 100 accidentes al día), muy resistentes al tratamiento calmante y generalmente curables al llegar la pubertad; suelen faltar los datos de herencia y caracterología epilépticos; por todo lo cual algunos dudan de su carácter epiléptico; tal vez sean fenómenos encefalíticos, infecciosos o tóxicos.

En la orina hay alcalosis y los accesos se pueden provocar por hiperventilación. Puede, sin embargo, en esta edad aparecer la epilepsia típica grave, ya en niños sin lesiones aparentes del sistema nervioso, ya en los que padecen encefalitis congénitas, hemiplejías, idiotismo, etc.; es síndrome frecuente en sus formas típicas o atípicas en cualquiera de las variedades de las encefalopatías infantiles (Þ), como en la esclerosis tuberosa, ya citada, o en la panencefalitis esclerosante subaguda, metasarampionosa y muchas otras. En esta edad, la epilepsia puede ser también, aunque raramente, indicio de un tumor cerebral. Ya he indicado, finalmente, la mayor frecuencia de las convulsiones hipoglucémicas en el niño. En otros casos las crisis epileptiformes tienen una clara relación con una enfermedad que cursa con hiperpirexia.



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