Anemias infecciosas y parasitarias.

Anemias infecciosas y parasitarias.

Es inútil hacer una enumeración de las infecciones en que puede aparecer anemia, pues en todas es posible esta contingencia. Cualquiera que sea la infección, la anemia aparece en relación con las siguientes circunstancias: predisposición individual; edad (más fácil cuanto más joven es el individuo); sexo (más sensible la mujer); intensidad de la infección; rigor exagerado en la dieta del enfermo; drogas empleadas que pueden ser anemizantes.

Estas anemias infecciosas son, por lo general, discretamente hipocrómicas y microcíticas, con reticulocitos escasos por lo general, la sideremia es baja, pero el hierro medular es abundante: existe una mala utilización del Fe. Como la transferrina desciende también, el índice de saturación de la misma es «normal». Su patogenia es también mixta: mielodepresiva y en parte hemolítica. En bastantes infecciones (tifoidea, fiebre amarilla, etc.) hay complicaciones hemorrágicas que agravan la posible anemia y añaden un componente ferropénico a su génesis. Tiene la anemia interés especial en las infecciones siguientes:

A) Anemia en la endocarditis bacteriana subaguda. En esta infección, sobre todo en los casos (casi la totalidad) debidos al estreptococo viridans, la anemia, generalmente muy intensa, ya hipercrómica, ya hipocrómica, puede predominar sobre los síntomas térmicos y circulatorios, haciéndose el diagnóstico de anemia, con el cual coincide la fiebre (no infrecuente en muchas anemias) y el soplo sistólico (que se interpreta como anémico). Sobre todo en niños, he visto esta confusión, que puede requerir, para deshacerla, un estudio muy detenido del caso, hemocultivos, etc. Otros síntomas de la endocarditis lenta.

B) Anemias sifilíticas. Hay dos casos que considerar:

1. En la sífilis secundaria es frecuente una anemia moderada, que no siempre se relaciona con la infección, por ser ésta ignorada o porque se cree bien tratada.

2. En la sífilis terciaria, la anemia es rara; pero no es infrecuente la coexistencia de la sífilis con una anemia perniciosa, sin que se pueda determinar la cuantía de la responsabilidad sifilítica en la patogenia de aquélla. Otros síntomas de la anemia perniciosa.

C) En gente joven, la tuberculosis inicial puede producir anemias, casi siempre hipocrómicas, microcíticas, no raramente diagnosticadas, antiguamente, de clorosis.

D) En muchas otras infecciones: discreta en la tifoidea, también en las brucelosis, etc., en afecciones víricas, en ciertos portadores de focos sépticos latentes, el cuadro de la intoxicación focal se manifiesta principalmente por anemia, que también se suele interpretar como clorótica. En toda anemia juvenil, el foco séptico se debe buscar reiteradamente.

E) El reumatismo cardioarticular agudo es una de las infecciones que con mayor frecuencia determinan estados anémicos. He visto bastantes casos de anemia considerable, hipocrómica, por lo común fácilmente mejorable. Aparece principalmente en casos graves, con muchos sudores, mal alimentados y tratados con dosis grandes de salicilato, cuya responsabilidad en estas anemias se debe siempre considerar, pero no exagerar.

F) El paludismo produce fácilmente anemia, probablemente hemolítica, que puede adquirir caracteres graves, a veces con leucopenia y granulocitopenia, peligrosísima. El diagnóstico es, por lo común, sencillo; en los países palúdicos se ven, no obstante, casos larvados, crónicos, con pocos antecedentes y anemia intensa; pero el dato epidemiológico basta. Estos palúdicos anémicos presentan, muchas veces, ráfagas melanodérmicas en la piel.

G) Anemia en el Kala-azar. Debe sospecharse esta parositosis en niños anémicos y esplenomegálicos.

H) En la verruga peruana  se han señalado casos de grave anemia, hemolítica, macrocitaria, hipocrómica, casi siempre con hipoclorhidria.

I) En ciertas parasitosis hay anemia, quizá grave, cuya etiología puede tardarse en diagnosticar. Lo importante es pensar en ella y hacer el examen de las heces. Suele orientar la eosinofilia que se encuentra al analizar la sangre. Débese esta anemia, en parte, a las pequeñas y múltiples hemorragias producidas por los parásitos y, en parte, a la intoxicación hemolítica de sus venenos:

1. La anemia anquilostomiásica anemia de los mineros, anemia de los trabajadores de túneles, clorosis tropical) es la más frecuente; está producida por el anquilostoma duodenal, en Europa y Asia, y por el uncinaria necator en América, parásitos de 8 a 15 mm, cuyas larvas penetran por la piel, sobre todo de los pies, dando lugar a una dermopatía vesicular y pustulosa, muy picante, a la que sigue la anemia cuando los parásitos se fijan en el duodeno y yeyuno. La anemia puede ser muy intensa y es marcadamente hipocrómica. Su diagnóstico es fácil, por recaer en hombres robustos que trabajan, por lo común, en minas. La investigación del parásito en las heces, después de purgantes apropiados, asegura el diagnóstico. El tratamiento de los parásitos la hace desaparecer rápidamente.

2. La anemia por botriocéfalo es rara en nuestros climas. Puede ser muy grave, hipocrómica, con megaloblastos y megalocitos; con glositis, aquilia gástrica y aun con lesiones funiculares; en suma, con el cuadro pernicioso completo.

3. La anemia del tricocéfalo es más leve, hipocrómica.

4. La triquinosis puede producir anemias hipocrómicas que hacen difícil el diagnóstico en ciertos casos larvados.

5. La bilharziosis (esquistosomiasis) en sus formas intestinales, urogenital o general, puede producir anemia más o menos marcada. Existe fiebre al principio, hepatoesplenomegalia y eosinofilia. Pueden buscarse los parásitos en heces y orina, o bien practicar una biopsia rectal o vesical.



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