Leucemias agudas.

Leucemias agudas.  Se caracterizan por su marcha rápidamente fatal.

Como las crónicas, se pueden distribuir en dos grupos: las mieloides y las linfoides; pero esta división es menos clara en las agudas, a veces dificilísima, aun para los hematólogos expertos, pues la rapidez del proceso impide que se haga la diferenciación de las células inmaduras, que se forman en tropel. Las leucemias agudas, sobre todo las linfocíticas, pueden aparecer, a diferencia de las crónicas, en la edad infantil o juvenil y en la extrema vejez (casos de ochenta años). La enfermedad suele empezar bruscamente, con el aspecto clínico de una infección grave: escalofríos, gran hipertermia, dolor de garganta, amigdalitis (Þ), rápida esplenomegalia y linfadenia, que en ciertos casos puede ser muy discreta. En pocos días o semanas, el curso se precipita, con fiebre alta, de aspecto tífico, que acentúan las precoces y graves fuliginosidades bucales. Otras veces, el proceso se inicia insidiosamente, pero de repente se torna hiperpirético y maligno; aparecen hemorragias cutáneas, mucosas, viscerales (éstas con los síndromes correspondientes: hemiplejía, vértigo, amaurosis, hematuria, etc.); estomatitis ulcerosa; rara vez hepatomegalia. Este cuadro se parece mucho al de las infecciones, principalmente al de las septicemias graves; y también al de la agranulocitosis (las diferencias con ésta (Þ). Téngase en cuenta que existen reacciones leucemoides, con cifras de hasta 100.000 leucocitos, en la fase de curación de las agranulocitosis: su aparición fugaz y espontáneamente reversible permite diferenciarlas de las leucosis verdaderas. Otras veces domina el cuadro, inicialmente, una anemia grave con los caracteres de aplástica. Existen formas «leucémicas» —con aparición en sangre periférica de los elementos inmaduros— y formas «aleucémicas», sólo reconocibles por la punción medular. La caracterización de la leucemia aguda se hace por el análisis de la sangre, que suele dar, más o menos claramente, las dos variedades hematológicas:

     A) Leucemia aguda mieloide: leucocitosis, quizá algo tardía, pero de rápida ascensión (100.000, 200.000 leucocitos); estos leucocitos son, en su totalidad, células inmaduras y de tipo mieloblástico —en realidad «paramieloblastos», es decir, atípicos—, promielocítico (que pueden hacer pensar, cuando son muy numerosas, en una leucemia linfocítica aguda) y polinucleares neutrófilos de aspecto normal; suelen faltar los polinucleares eosinófilos y basófilos y los mielocitos: esta ausencia de las formas intermedias, característico de la leucemia mieloide aguda, se llama hiatus leucémico; rápida anemia, de tipo hipercrómico, con normoblastos y megaloblastos de aspecto, a la vez, netamente pernicioso; disminución considerable de las plaquetas. La reacción de las peroxidasas (Þ) puede ser positiva, típica de esta forma mieloide; pero no es constante. El glucógeno es positivo difuso y los lípidos son positivos. El hallazgo de bastoncillos de Auer en el citoplasma de las células o del cromosoma Filadelfia permite identificar como mieloides unas células dudosas en la leucemia aguda. El diagnóstico se asegura, generalmente, con la punción esternal. Actualmente, según la clasificación FAB, se distinguen distintas formas: la mieloblástica con blastos indiferenciados (M1), la mieloblástica bien diferenciada (M2), la promielocítica (M3) y la mielomonocítica (M4) con características citomorfológicas y citoquímicas distintas y pronóstico diferente, pero para el tratamiento suelen englobarse, incluyendo las de estirpe monocitaria, en un solo grupo: leucemias agudas no linfoblásticas (LANL).

     B) Leucemia aguda linfoide: gran número de leucocitos, predominando los linfoblastos, con linfocitos pequeños en menor cantidad; gran escasez o ausencia de elementos mieloideos: sólo, a veces, algún raro mielocito; anemia intensa, hipercrómica, con normoblastos y, quizá, megaloblastos; disminución de las plaquetas. Reacción de peroxidasas, negativa, glucógeno positivo con forma granular y lípidos negativos. Comprende dos tipos: la linfoblástica común y la linfoblástica de células T, diferenciables citoquímicamente. Este último tiene peor pronóstico ya que no suele responder a la quimioterapia; representa un 25 por 100 de las leucemias agudas linfoblásticas (LAL). La mononucleosis infecciosa puede simular una leucosis linfática aguda, pero un examen atento de la citología hemática y medular permite diferenciar enseguida ambos procesos.

     C) Además de las anteriores, existen leucemias agudas monoblásticas (tipo M5) y otras indiferenciadas que también se identifican por los rasgos citológicos y citoquímicos.



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