Ulceraciones de origen nervioso.
Ulceraciones de origen nervioso:
A) Las más típica, hoy ya rara, es el mal perforante plantar, signo, muchas veces precoz, de la tabes dorsal. Aparece en la planta del pie, generalmente en el punto de apoyo de la primera articulación metatarsofalángica, bajo el callo que habitualmente existe en esa región. La primera impresión es la de un callo inflamado; pero enseguida llama la atención el dolor escaso o nulo. La úlcera profundiza paulatinamente, con límites netos, con falta de inflamación y de dolor y con persistente resistencia a los tratamientos locales. La exploración nerviosa da la clave del diagnóstico (Þ). Hay que recordar que el mal perforante plantar puede tener un origen diabético —polineurítico o angiopático— y no siempre es sifilítico. También la siringomielia y la lepra pueden originarlo.
B) Las enfermedades nerviosas que producen anestesia —siringomielia, mielitis, etc.— se acompañan, con frecuencia, de ulceraciones de las extremidades, por lo común de aparición muy posterior a la gran sintomatología nerviosa, y, por tanto, sin interés diagnóstico.
C) En lesiones graves del ciático (neuritis o traumatismos del ciaticopoplíteo interno) pueden presentarse úlceras atónicas (Þ).
D) En gran parte deben considerarse como de origen trófico las ulceraciones por decúbito, cuyo interés es exclusivamente su pronóstico, malo. Aparecen en la región sacrocoxígea, extendiéndose en los casos graves a toda la región sacra y lumbar. Con gran frecuencia se infectan, pudiendo ser origen de septicemias. Pueden gangrenarse bajo la escara, que se desprende, y deja un esfacelo de una fetidez que llena la habitación. Pueden aparecer en cualquier enfermo obligado a estar largo tiempo en cama y en mediocres condiciones de asistencia, pero sobre todo:
1. En enfermos infecciosos graves —el caso típico era la clásica fiebre tifoidea—, pero exclusivamente si están mal alimentados y poco limpios: una úlcera por decúbito en un tifoideo es una vergüenza para los asistentes del enfermo.
2. En enfermos nerviosos graves, paralizados, pero sobre todo en las afecciones de la médula (traumatismos, hemorragias, mielitis transversa, etc.); a pesar de los más escrupulosos cuidados, puede ser inevitable este accidente.
- callo inflamado
calloinflamado
- ulceras en la siringomielia
- ulceras en la planta de pie por siringomielia
- calloinflamado en el indice
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