Timidez sexual.
Timidez sexual. Ha sido ya citada como una de las causas de la impotencia sexual (Þ). Sin embargo, no siempre la timidez sexual del varón conduce a la impotencia; ésta existirá o no, según quien sea la mujer. El acento de aventura que muchas veces tiene el acto sexual aumenta la timidez; así como el hábito, la disminuye. Por ello, muchos tímidos incapaces de la relación sexual con cualquier mujer, son perfectamente capaces con otras que acierten a rodear de naturalidad el acto sexual. De aquí la frecuencia con que el matrimonio resuelve el problema; pero el pronóstico de este remedio es aventurado, pues en bueno o malo esto depende de que, en efecto, el matrimonio resuelva con naturalidad la vida sexual; y esto no se sabe sino después de convivir. La timidez sexual puede no ir acompañada de timidez social; hombres de gran arrojo en la vida han sido tímidos sexuales. Se produce la timidez, principalmente, en individuos nerviosos, con inestabilidad vegetativa y circulatoria; esta nerviosidad delante de las mujeres, el fácil rubor, con eritrofobia, aumenta la situación de inferioridad. Podemos dividir la timidez sexual en dos grandes grupos:
A) Timidez verdadera por sentimiento de inferioridad. El hombre se cree incapaz para el acto sexual, en este grupo de casos, por una serie de motivos: criptorquidia, pequeñez de los órganos genitales o falsa idea de que son pequeños (muy frecuentemente este sentimiento se engendra en los años puberales en los individuos en que existe un retraso temporal del desarrollo genital): (Þ); falsa espermatorrea (Þ); sentimiento de fealdad, de preocupación por deformaciones estéticas, por enfermedades de la piel o maloliente (ocena), por la presencia de hernias que obligan a llevar un braguero, etc.; o por detalles nimios como la mano hipogenital (Þ); o bien por sentimiento de responsabilidad moral o religiosa; miedo al contagio venérico, etc. Algunas veces, la inminencia del coito, desencadena diarrea y este temor condiciona la incapacidad sexual. Casi siempre, esta conciencia de incapacidad se inicia o se corrobora por un coito fracasado que da una falsa seguridad de la impotencia; muchas veces, este fracaso se produce por razones fisiológicas (edad excesivamente juvenil, falta de atractivos en la mujer, miedo al contagio, frialdad en la mujer, etc.); y sobre él se engendra el sentimiento de inferioridad, que conduce a la imposibilidad de la erección o a la erección rápida con eyaculación precoz y leve orgasmo (Þ).
B) Timidez por superdiferenciación del ideal. En otros hombres, la timidez no se basa en un sentimiento de inferioridad, sino en la excesiva diferenciación del ideal erótico, que impide acercarse a la mujer por temor a que este ideal sea defraudado. Este tímido tiene la apariencia social de un hombre mujeriego, pues su preocupación le lleva a renovar incesantemente su pesquisa amorosa, sin consumarla nunca (tipo Amiel). Es muy frecuente que ese ideal excesivamente diferenciado de la mujer esté calcado sobre la imagen de la madre (complejo de Edipo); se trata, pues, de hombres, muchas veces hijos únicos, que han vivido sometidos a una influencia materna excesiva, por la intensidad afectiva y por la duración.
En ambos grupos de tímidos la capacidad genital es, teóricamente, perfecta; no existe anormalidad nerviosa o endocrina alguna que justifique la aparente impotencia. Es típico, como ya he dicho (Þ), su enorme preocupación, a diferencia del impotente verdadero, por lesiones nerviosas endocrinas, sin erotismo, el cual suele conllevar su impotencia con despreocupación o con cinismo.
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