Pulso hepático

Cuando hay dilatación del corazón derecho, pero conservando su energía contráctil el ventrículo, la pulsación de éste se transmite por la cava inferior al hígado. El pulso hepático puede confundirse con la pulsación transmitida al hígado por un gran corazón hipertrofiado y enérgico; por ejemplo, en la insuficiencia aórtica o en la hipertensión arterial. La diferencia entre el pulso hepático verdadero y el falso se hace oprimiendo el hígado entre las dos manos, una colocada en la pared anterior del vientre y otra en la posterior.

Si el pulso es verdadero, se aprecia la expansión de la víscera entre las dos manos; esta expansión no se aprecia cuando el pulso es falso, transmitido; además, el pulso hepático verdadero se acompaña, casi sin excepción, de dilatación y pulsación de las venas del cuello y de los demás signos de insuficiencia del corazón derecho; y el hígado pulsátil suele estar aumentado de volumen, sensible a la percusión; y muchas veces hay, a la vez, ascitis. A veces se acompaña de dolor, que puede simular un cólico biliar.

El valor semiológico del pulso hepático es muy pequeño, pues el diagnóstico de insuficiencia del corazón derecho se hace por otros síntomas más seguros. Tiene, en cambio, valor pronóstico, pues indica la intensidad de la insuficiencia ventricular.

En realidad el pulso hepático traduce una estenosis tricúspide o una insuficiencia de esta válvula, sea orgánica o funcional con un ventrículo derecho todavía potente.

Se aprecia este síntoma en las lesiones tricúspides y excepcionalmente en las mitrales: insuficiencia o estrechez; y en las lesiones pulmonares crónicas (fibrosis, enfisemas), que determinan el desfallecimiento secundario del corazón derecho y la consiguiente insuficiencia funcional valvular de la tricúspide posibilitadora del reflujo sistólico del ventrículo.



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