Orquitis.
Orquitis. La inflamación del testículo (orquitis) es muy interesante para el clínico por las posibles repercusiones ulteriores sobre la función espermática y sobre la secreción interna del testículo. Cuando el hombre consulta por esterilidad o por insuficiencia testicular, tiene importancia primordial la investigación de posibles orquitis anteriores. Sin embargo, no siempre esta investigación retrospectiva es clara, pues sólo se diagnostican y se recuerdan las grandes orquitis, pero no las formas insidiosas, consecutivas a infecciones generales, a manipulaciones en la uretra, etc., que, sin embargo, pueden afectar al parénquima testicular; ésta es una noción importante. Las principales formas de la orquitis son las siguientes:
A) Orquitis en las enfermedades infecciosas agudas. Las más frecuentes son las de las parotiditis (Þ). Menos veces aparecen en otras infecciones, como la tifoidea, el tifus exantemático, la brucelosis, la viruela, la neumonía. En las paperas, el tanto por ciento de complicaciones testiculares varía mucho de unas epidemias a otras; puede llegar al 10, al 20 por 100 o más. El dolor, la inflamación local, el recrudecimiento de la fiebre, suelen hacer fácil el diagnóstico; pero insisto en que los síntomas subjetivos y objetivos pueden ser poco marcados, pasando inadvertidos dentro del cuadro general del proceso infeccioso, por lo que no es raro ver casos de esterilidad o de eunucoidismo en hombres que dicen haber padecido paperas, pero no orquitis; basta, pues, el antecedente de paperas para suponer su participación en el síndrome genital. No es inoportuno observar aquí que, tal vez, no sea el testicular el único parénquima endocrino afectado por la infección urliana, pues he visto casos de insuficiencias tiroideas, hipofisarias, pancreáticas, etc., sin contar las ováricas, en individuos sin otra etiología que paperas graves.
B) Orquitis en lesiones o intervenciones quirúrgicas del aparato urogenital. Cualquier lesión banal, supurada, de las vías urinarias, puede producir orquitis secundaria. Igualmente, las manipulaciones uretrovesicales aun en condiciones de asepsia rigurosa.
C) Orquitis por esfuerzo. Se describen casos en los que sujetos portadores de orinas infectadas por el colibacilo sufren orquitis consecutivas a esfuerzos físicos o sexuales. Evidentemente, el esfuerzo actúa sólo como causa reveladora. Se trata de hechos excepcionales.
D) Orquitis traumática. Los traumatismos del testículo pueden producir orquitis, generalmente acompañadas de hematocele; pero son, en su sentido estricto, raras; la mayoría de los casos considerados como traumáticos eran, en realidad, portadores de infecciones latentes, reveladas por el traumatismo. Hay que recordar aquí que los traumatismos testiculares pueden producir, de momento, dolor agudo, con náuseas y vómitos, choque grave, e incluso se han descrito casos de muerte súbita. El hematocele y la orquitis pueden hacer su aparición clínica bastante tiempo después del traumatismo.
E) Una variedad de la orquitis traumática es la debida a la torsión crónica del pedículo, que se produce por traumatismos (golpes, equitación, bicicleta, etc.); excepcionalmente puede surgir de modo espontáneo. En la torsión hay que pensar siempre que veamos orquitis de difícil catalogación. Su comienzo suele ser agudo y se anuncia por dolor vivísimo, a veces con náuseas, vómitos y fenómenos de choque que hacen pensar en epididimitis aguda y, a veces, en abdomen agudo; no hay fiebre ni leucocitosis; el testículo está dolorido a la palpación, e hinchado; cuando se puede distinguir el epidídimo, en la masa dolorosa e inflamada, se comprueba su rotación; hay fuerte retracción del escroto. Es una urgencia médica, más frecuente en niños y puede abocar a la gangrena o atrofia testicular.
F) Orquitis tuberculosa. La inflamación tuberculosa del testículo suele ser secundaria a la epididimitis tuberculosa, ya descrita. En los niños, la invasión del testículo puede ocurrir muy poco después de la epididimitis; en el adulto, el intervalo es mucho más largo. Puede haber hidrocele concomitante, que, a veces, enmascara lesión testicular. Como la epididimitis tuberculosa, la orquitis se diagnosticará por el estado general del enfermo, la frecuente coexistencia de otras lesiones tuberculosas, la consistencia nodular y caseosa, a veces con fistulización. Es bastante frecuente la coincidencia de la tuberculosis testicular y la suprarrenal con los graves síntomas de insuficiencia de esta glándula.
G) Orquitis sifilítica. Se caracteriza por la frecuente indemnidad del epidídimo. En la orquitis sifilítica intersticial, el testículo adquiere forma ovoidea, generalmente sin alcanzar tamaño excesivo; dura, uniforme. No hay espesamiento del cordón. En las formas gomosas se aprecian los nódulos a la palpación. La distinción con la orquitis tuberculosa es fácil por la integridad del epidídimo, por las reacciones sifilíticas positivas, por la falta de supuración y fistulización, por el buen estado general. Más difícil es diferenciarla de los tumores testiculares: a veces concurren la sífilis y la neoplasia; pero, en general, las reacciones, la marcha del proceso y la sensibilidad de las lesiones sifilíticas al tratamiento, hacen posible el diagnóstico.
H) Orquitis y orquiepididimitis de origen genital, principalmente blenorrágico: (Þ).
I) En ciertos casos de orquitis crónica no se descubre causa alguna; el enfermo tolera muy bien la lesión, sin síntomas generales y sin azoospermia.
orquitis traumatica
- orquitis postraumatica
- orquitis por traumatismo
- orquitis por esfuerzo
- orquitis sifilitica
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