Enfermedades del sistema nervioso central.

Enfermedades del sistema nervioso central.  El dolor de cabeza es en ellas un importante elemento diagnóstico. Siempre que vaya ligado a la hipertensión endocraneana, el síndrome común, es una tríada clásica: cefalea, vómitos sin náuseas y «en escopetazo» y estasis papilar en el fondo de ojo. Las causas de cefaleas neurológicas son:

     A) Tumores cerebrales. Es esta cefalea, casi siempre, muy característica, por la intensidad atroz, por la continuidad (impidiendo el sueño), por la rebeldía a los calmantes habituales. Suele acompañarse del cuadro de la hipertensión craneal (Þ) o aparecer aislada. No se debe, como antes se decía, a la hipertensión, sino, probablemente, a la acción directa del tumor sobre los nervios perivasculares. Desde los estudios de Wolff, la cefalea del síndrome de hipertensión endocraneana se atribuye a la compresión o distensión de los vasos cerebrales y meníngeos y no al cerebro mismo, que es indoloro, ni siquiera al hidrocéfalo interno oclusivo, en sí. Muchas veces tiene el tipo congestivo, aumentando exquisitamente por los esfuerzos de la tos o la defecación, o por el movimiento brusco de la cabeza; ya se presenta en forma global, profunda; ya localizada en el sitio aproximado de la tumoración, y puede acompañarse de dolorimiento a la percusión en el mismo sitio; dato, a veces, útil para localizar el tumor; otras veces, el dolor se presenta en forma paroxística, con vómitos, con todos los caracteres jaquecoides. Los tumores del cuarto ventrículo producen rigidez de nuca y retracción de la cabeza, además de la cefalea; pueden confundirse con la meningitis.

     B) El absceso cerebral produce dolores de cabeza menos intensos que los de las neoplasias, tal vez del tipo de la cefalea banal. En ocasiones, un absceso cerebral puede expresarse durante muchos años sólo por este síntoma (Þ).

     C) Los quistes hidatídicos encefálicos pueden también iniciarse, prolongadamente, por este síntoma (Þ).

     D) Sífilis cerebral. Una cefalea violenta, persistente, que aparece en individuos jóvenes en apariencia sanos, debe hacer pensar en la sífilis, hoy infrecuente. Todas las manifestaciones sifilíticas pueden acompañarse de cefalea, ya de apariencia banal, ya profunda y muy tenaz, como la de los tumores; no es raro que presente exacerbaciones nocturnas; pero este carácter no se le debe considerar como patognomónico; otras veces el dolor es jaquecoso, con vómitos, oftalmoplejías, etc.:

     1. En bastantes casos, la fase eruptiva del chancro se acompaña ya de cefalea banal o intensa.

     2. En los períodos avanzados, la cefalea sifilítica, intensa, suele significar la existencia de arteritis, de osteítis sifilítica, de meningitis localizadas, de goma.

     3 En la tabes, y sobre todo en la parálisis general (Þ), la cefalea puede ser un síntoma dominante.

     E) Hipotensión cerebral (Þ); puede ser causa de cafaleas en los casos referidos a continuación («F»).

     F) Después de la punción lumbar y, sobre todo, de la raquianestesia quedan cefaleas, a veces larguísimas. Se suponen debidas a liquorrea por el orificio de la punción.

     G) Meningitis:

     1. En las meningitis agudas, la importancia de la cefalea es bien conocida. Va unida a la rigidez de nuca —que debe explorarse en toda cefalea aguda y duradera— y a los vómitos.

      a) Sobre todo en los niños de aspecto débil, una cefalea prolongada produce justificado terror, porque sugiere la idea de la meningitis tuberculosa. Se trata de un dolor intenso, tenebrante, que arranca gritos típicos al niño (grito meningítico). Es frecuente que, cuando se acerca el final, ceda la cefalea; pero tampoco es raro que en esta última fase persista.

      b) En las meningitis que se curan, casi siempre de naturaleza meningocócica, la cefalea puede persistir, a veces durante largos años (quince en un caso mío).

      c) En la llamada meningitis de los porqueros (Þ) es muy intensa la cefalea.

     2. En las meningitis crónicas, como en las sifilíticas; en las paquimeningitis; en la hidrocefalia, la cefalea es síntoma casi constante y siempre de importancia.

     H) En la hemorragia subaracnoidea aparece bruscamente una cefalea brutal que suele ir seguida inmediatamente de pérdida de conocimiento, vómitos y caída al suelo. Es posible que la cefalea ocasional de los enfermos con angioma o aneurismas intracraneales, sean pequeñas hemorragias subaracnoideas.

     I) También aparece el dolor de cabeza, bajo distintas formas e intensidades, en todas las lesiones difusas del encéfalo: encefalitis infantil y letárgica (en algunos casos domina el cuadro clínico): (Þ); en la poliomielitis (hay una forma cefalálgica): (Þ); en la esclerosis en placas, etc.
     J) Neuralgias. La neuralgia del trigémino, de etiología a veces clara (Þ), muchas veces desconocida, es responsable de un dolor facial más que cefálico: periorbitario, si se afecta la rama oftálmica, mandibular y perilabial si se trata de la rama maxilar. Lo característico es la intensidad insoportable del dolor, la breve duración iterativa —segundos o minutos— como una serie de descargas eléctricas («tic doloroso») y la presentación paroxística de los accesos que pueden desencadenarse con contactos mínimos en puntos «gatillo», y la estricta hemilateralidad del proceso. Las neuralgias esfenopalatinas o glosofaríngeas son mucho más raras.

     K) Epilepsia. Aparte de la cefalea aguda, que puede preceder como un aura a los accesos epilépticos; aparte de las cefaleas crónicas que siguen en muchos casos al acceso mismo formando parte del estado crepuscular; ciertos epilépticos presentan jaquecas típicas, alternando con los ataques, como equivalentes de éstos. Otras veces, se presenta la jaqueca, sin ataque, en individuos con la caracterología epiléptica, pertenecientes a familias epilépticas; el tratamiento antiepiléptico alivia o cura no pocas jaquecas. Sin embargo, estos hechos indudables han conducido a algunos clínicos a exagerar la interpretación epiléptica de la jaqueca; tal interpretación no debe hacerse más que cuando existan otros argumentos epilépticos (ataques, caracterología, herencia): (Þ).

     L) En el síndrome de Ménière, junto a los vértigos, acúfenos e hipoacusia, puede existir cefalea.



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