El Páncreas

El páncreas se clasifica como glándula endocrina y exocrina al mis­mo tiempo. Las funciones exocrinas de la glándula se estudiarán en el capítulo sobre sistema digestivo. Tra­taremos aquí solamente las funcio­nes endocrinas. El páncreas es un órgano aplanado, localizado detrás y ligeramente debajo del estómago. La porción endocrina del páncreas consiste en agrupaciones de células denominadas islotes de Langerhans. En estas agrupaciones se encuentran dos clases de células: (1) células alfa, que comprenden alrededor del 25 por ciento de las células del islote y se­cretan la hormona glucagón, y (2) células beta, que constituyen el 75 por ciento de las células del islote y secretan la hormona llamada insulina.
 

Fisiología del páncreas

Las secreciones endocrinas del páncreas, glucagón e insulina, tienen que ver con la regulación del nivel de azúcar en la sangre. El glucagón se produce en las células alfa, hor­mona cuya principal actividad fisio­lógica es aumentar el nivel de azúcar en la sangre; logra este efecto acelerando la conversión del glucagón hepático en glucosa; el hígado libera entonces glucosa en la sangre, y el nivel de azúcar sanguíneo se eleva. La secreción de glucagón es directa­mente controlada por el ni­vel de azúcar sanguíneo.

Las células beta de los islotes producen la hormona insulina, que aumenta la formación de proteínas en las células. Su principal fun­ción es opuesta a la del glucagón ya que la insulina disminuye el nivel de azúcar en la sangre. Esto se logra de dos maneras: en la pri­mera, la insulina acelera el transporte de la glucosa en la sangre hacia las células corporales, especial­mente a las células del hígado y los músculos; en la segunda, la insulina acelera la conversión de glucosa en glucógeno.

Enfermedades del páncreas

La hiposecreción de insulina pro­duce la diabetes mellitus. General­mente, la diabetes, enfermedad he­reditaria, es ocasionada por la des­trucción o mal funcionamiento de las células beta. Entre los síntomas está la hiperglicemia y la excreción de glu­cosa en la orina, a medida que la hiperglicemia aumenta. Hay también una inhabilidad para reabsorber agua, lo que produce un aumento de la can­tidad de orina, deshidratación, pér­dida de sodio y sed.