La xantosis (xantocromía, xantodermia)

La xantosis (xantocromía, xantodermia) aparece en forma de coloración amarillenta, del tono del limón, de intensidad y matiz variables según el grado de la pigmentación y la calidad de la piel del enfermo: es mucho más visible en los individuos pálidos. Sólo en casos excepcionales afecta a la totalidad de la piel; lo común es que se presente en las palmas de las manos, en las plantas de los pies y en el surco nasolabial. Hay bastantes casos leves que, si el médico no es muy observador, pasan inadvertidos. Puede afectar también a las mucosas, sobre todo la del paladar; rara vez a las conjuntivas. Anemiando la piel por la compresión con un cristal, se hace más visible. No se acompaña de ningún síntoma subjetivo; si estos síntomas se presentan, se deben a enfermedades concomitantes. Débese la xantocromía a la retención y fijación en la piel de ciertos pigmentos: la carotina y la xantofilia; el conjunto de estos pigmentos se llama carotinoides; por eso la enfermedad ha sido llamada también carotinodermia. No sabemos con precisión en qué circunstancias patogénicas se produce este trastorno. Enumeraré sus principales incidencias clínicas más adelante. El diagnóstico diferencial se debe establecer con la ictericia y las demás coloraciones amarillas, como la producida por la intoxicación pícrica o la del trinitrotolueno. La diferenciación de la ictericia se hace porque en ésta el color amarillo es uniforme, afectando siempre a las conjuntivas, que, en cambio, están raramente afectadas en la xantosis; el color ictérico es más verdoso, menos amarillo de limón que en la xantosis; hay prurito y los demás síntomas dependientes de la lesión, hepática o de otro orden, que origina la ictericia; además, por el examen de la bilirrubinemia (Þ). En la intoxicación pícrica, el color amarillo es muy ligero y uniforme; hay siempre trastornos gastrointestinales de tipo tóxico; y, sobre todo, existen los antecedentes del uso terapéutico o industrial del ácido pícrico; más difícil es el diagnóstico cuando el paciente oculta de mala fe estos antecedentes (simulación de la ictericia para eludir el servicio militar, etc.); el problema lo resuelve el hallazgo del ácido picramínico en la orina (Þ). En definitiva, el diagnóstico preciso de la xantosis lo da el hallazgo de los pigmentos carotinoideos en la sangre (Þ) y en la orina. También es importante la comprobación de la hipercolesterinemia que suele acompañar a la xantosis.

     A) La xantosis preséntase en sujetos, sanos en apariencia, que ingieren habitualmente gran cantidad de alimentos ricos en pigmentos carotinoides (zanahorias especialmente y menos veces las espinacas, coles, lechuga, maíz, naranjas, calabaza, habas, judías verdes; huevos, manteca, leche). La supresión de estos alimentos hace desaparecer el color anormal. Sin embargo, es probable que en estos individuos, aparentemente sanos, exista una perturbación metabólica, de origen, tal vez, hepático, pues hay casi constantemente hipercolesterinemia y a veces muy discreta hipercolemia. Con frecuencia, estos individuos pertenecen a familias de hepáticos o diabéticos o acaban siéndolo ellos. Tampoco es raro que, sin ninguna molestia, presenten hepatomegalia o esplenomegalia moderadas.

     B) Xantosis diabética. No es rara, en la diabetes, la xantosis, ya cuando se ingieren cantidades excesivas de los alimentos citados (casi todos forman parte del régimen de los diabéticos), ya aun cuando no se haga un uso excesivo de los mismos. Es más frecuente en la diabetes grave con desnutrición, pero puede observarse también en diabéticos leves y aun en prediabéticos o en individuos sanos con herencia diabética.

     C) Xantosis en diversas afecciones benignas del hígado (colecistitis, colelitiasis) o con lesiones graves iniciales (cirrosis hepática). En todos estos casos se ven, aunque raramente, manifestaciones xantomatósicas (véase cirrosis xantomatosa): (Þ). Son particularmente frecuentes en los trópicos, en antiguos palúdicos con complicaciones hepáticas (hígado tropical): (Þ).

     D) Es frecuente en el mixedema (Þ) en los eunucos y en el eunucoidismo (Þ). También en la hiperlipemia esencial (Þ).



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