Lumbago. Lumbalgia. Raquialgia.
Lumbago. Lumbalgia. Raquialgia. En clínica se llama lumbago a toda clase de dolores de la región lumbar, de los cuales unos son propiamente neurálgicos, pero otros muchos de origen muscular o de naturaleza refleja, por lesiones distantes. Es conveniente estudiarlos juntos. Los libros suelen dedicar a esta afección un espacio mucho menor del que corresponde a su real importancia práctica. La raquialgia es el dolor de un punto cualquiera de la columna vertebral; su localización principal es la lumbar y la incluyo en este estudio.
A) Lumbago por fibrosis muscular. La fibrosis, aguda o crónica, de los músculos lumbares da lugar al típico dolor de la región, con rigidez, endurecimiento y dolor a la presión de dichas masas musculares (Þ). Preséntase de preferencia en individuos de constitución y de herencia artrítica. Es un dolor incómodo, obligando a la inmovilidad al paciente, pues aumenta a los menores movimientos. Suele producirse por enfriamiento; por ejemplo, por dormir al sereno, por esfuerzos, traumatismo en la región, posiciones forzadas, ya accidentales, ya habituales (por ejemplo, en los cojos o en los portadores de pie plano). El lumbago puede producir al enfermo una intensa fatiga general. El diagnóstico diferencial de la fibrosis lumbar con la neuralgia y con la neuritis por compresión es muy difícil.
B) Lumbago neurálgico propiamente dicho (lumbalgia). Las causas infecciosas y tóxicas citadas en la ciática pueden producir también el lumbago. Es muy frecuente esta localización en los gotosos y diabéticos. En las infecciones agudas es muy común el comienzo, ya por raquialgia extensa, ya por lumbago; las tres enfermedades de iniciación raquiálgica más intensa son: la viruela, la meningitis cerebroespinal y la fiebre amarilla; en la gripe hay un dolorimiento difuso, pero a veces con predilección lumbálgica.
C) Lumbago por lesiones de la columna lumbar. Son las mismas que he expuesto para la ciática (Þ). Piénsese especialmente en la hernia discal, en las espondilitis y en la osteoporosis, a veces yatrógena (inmovilización, corticoides, etc.), o por un síndrome de Cushing. También en las metástasis neoplásicas o en el mieloma. El hemangioma de un cuerpo vertebral es excepcional, lo mismo que los «quistes óseos aneurismáticos» por osteoblastomas de células gigantes. La estenosis espondilósica del canal lumbar, congénita, además de dolor con irradiación ciática bilateral, suele dar cojera con claudicación intermitente de las piernas, parestesias e hiporreflexia. La histiocitosis X vertebral, con osteolisis localizada y «vértebra plana», puede dar dolor y paresias o paraplejía.
D) Lumbago reflejo, por lesiones de las vísceras abdominales. El dolor o el dolorimiento lumbares pueden ser debidos a lesiones de la vesícula biliar (mucho menos frecuente que la clásica repercusión en el hombro derecho); lesiones renales: nefritis aguda —el dolor, al principio, es habitual; en los niños menos frecuente que en el adulto—, litiasis renal, pielonefritis, flemón perirrenal, hidronefrosis; lesiones de las glándulas suprarrenales (Þ); lesiones del páncreas: litiasis, quistes, pancreatitis crónica.
E) Lumbago por lesiones de las vísceras pélvicas. Las lesiones de los órganos de la pelvis, inflamatorias o tumorales, es muy frecuente que se denuncien por un dolorimiento lumbar, muy confundible con el lumbago, a veces de localización más baja, claramente sacra. Son, sobre todo, importantes a este respecto, las lesiones del aparato genital femenino (metritis, anexitis, ovaritis, tumores de la matriz, etc.); y las lesiones prostáticas, en el hombre (Þ)
F) Hay casos de lumbago, raros, pero que hay que tener en cuenta, dependientes de una hernia del triángulo de Petit; ocurre, sobre todo, en viejos estreñidos o en personas que hacen habitualmente o han hecho accidentalmente un gran esfuerzo. Hay que explorar cuidadosamente la región lumbar; el tumor herniario puede ser pequeñísimo, pero con las calidades típicas de la hernia.
G) Lumbago en la psoítis. Esta poco frecuente afección puede producir un precoz lumbago, acompañado de fiebre, a veces con dolorimiento en la fosa iliaca derecha que puede dar lugar a la confusión con la apendicitis.
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