Hiperhidrosis.

Hiperhidrosis.  Aparece en muchos estados fisiológicos y patológicos, que voy a enumerar. Aquí, como en todo síntoma que es sólo la desviación de una función normal, es difícil precisar dónde comienza lo patológico. Cuando la hiperhidrosis sobreviene en forma de bruscas y abundantes crisis, puede producir una erupción difusa, de pequeñas vesículas miliares (sudamina) que se observan sobre todo en niños con hipertermias infecciosas (sarampión, tifoidea, reumatismo cardioarticular, etc.):

     A) Hiperhidrosis del calor. Es interesante para el clínico, porque los grandes sudores que se producen en los climas tropicales, o los determinados artificialmente por baños turcos, etc., pueden dar lugar, sobre todo en personas no habituadas, a un estado de astenia profunda, en relación con el espesamiento de los humores y, probablemente, con la pérdida de cloruro sódico; esta astenia puede recordar, por su calidad (y quizá por su mecanismo), a la de la insuficiencia suprarrenal.

     B) Hiperhidrosis febril:

     1. El fenómeno de la sudoración en el momento de la defervescencia febril es común en todas las fiebres accesionales: paludismo, fiebres recurrentes, fiebres supuratorias. Pero hay determinadas infecciones, en las que los sudores son particularmente intensos y continuos, por lo que alcanzan un cierto valor diagnóstico: reumatismo cardioarticular agudo (el salicilato de sosa, con que generalmente suele tratarse, los aumenta); fiebre de Malta (en algunos casos, estas trasudaciones son de extraordinaria copiosidad); tuberculosis caquectizante (los clásicos sudores nocturnos de los tísicos). En algunas infecciones, los sudores son propios del período de invasión, como en la poliomielitis. Se citan los sudores copiosos de la pulmonía; pero si estos enfermos están bien tratados, es decir, no excesivamente abrigados y en habitaciones bien ventiladas, no sudan especialmente. Algunas epidemias de distintas infecciones, se caracterizan por la intensidad de los sudores que en otras epidemias de la misma infección no se presentan; por ejemplo, en la epidemia de tifus exantemático de Madrid en 1916, en casi todos los casos había intensa sudoración con sudamina; también he visto epidemias con mucha transpiración, de tifoidea, de fiebre paratifoidea y de fiebre aftosa. En el dengue, poco frecuente entre nosotros, se citan los sudores copiosos. En la triquinosis pueden existir también. Es profusa también la sudoración en la fiebre Q.

    2. Se discute aún la existencia, como entidad morfológica, del sudor miliar. Esta enfermedad, grave y epidémica antiguamente (por ejemplo, las famosas pestes de sudor anglicano, en Inglaterra, en el siglo XVI, con mortalidad hasta de 90 por 100), se observa cada vez menos. Afecta, por lo común, a adultos. Su incubación es de dos días. Se caracteriza por fiebre alta, a veces precedida de un eritema, con intensos sudores, que repiten por accesos, acompañándose de grandes síntomas nerviosos (angustia, constricción epigástrica, delirio, etcétera). Del tercero al cuarto día, eritema sarampionoso o escarlatiniforme, con vesículas de sudamina, como granos de mijo, de líquido transparente, que se toma blanco, y en los casos graves, hemorrágico.

     C) Hiperhidrosis en las enfermedades nerviosas. La lesión de los centros de la transpiración, o la lesión del simpático periférico, puede producir sudores, generales o localizados. Éste es el origen del sudor en los casos siguientes:

     1. En la tabes: Crisis sudorales generales o segmentarias (Þ).

     2. Siringomielia: Sudoración parcial en ciertas áreas de la piel, aproximadamente coincidentes con los trastornos sensitivos (Þ).

     3. En los tumores medulares puede haber sudoración (otras veces, anhidrosis), en el segmento paralizado (Þ).

     4. Parálisis agitante: En su forma clásica, senil, o, menos veces, en la forma postencefalítica, se presentan crisis sudorales acompañadas de sofocos que recuerdan a los climatéricos o a los hipertiroideos. Se mezcla la hiperhidrosis con la seborrea, esta última, sobre todo, en las formas postencefalíticas (Þ).

     5. En el histerismo: Se citan casos de sudores copiosos, de localización extraña; por ejemplo, hemilateral, o de una mano y del pie del lado opuesto, etc.

     6. Las crisis de neuralgia del trigémino pueden acompañarse de sudoración de la región dolorida (Þ).

     7. Las lesiones del simpático cervical y torácico (por aneurisma, tumores, etc.) pueden producir sudoraciones con exoftalmos, si hay excitación, o anhidrosis o hiperhidrosis con enoftalmos y miosis, si hay parálisis (Claudio Bernard-Horner): (Þ).

     8. Síndrome auriculotemporal (Frey); en casos, raros, de lesiones, médicas o quirúrgicas, de la glándula parótida, puede aparecer este síndrome, atribuido a alteraciones del nervio auriculovestibular, que consiste en la aparición, en el momento de la masticación, de una zona de rubefacción y sudor paroxístico, en la mitad de la cara correspondiente a la lesión; en los casos típicos esta área tiene forma de triángulo, con base en la oreja y vértice en la comisura bucal. Puede haber, a la vez, dilatación pupilar. Se dice que en algunos sujetos normales se puede presentar este síndrome.

     9. El vértigo, el mal de mar y la náusea, cualquiera que sea su origen, pueden acompañarse de sudores.

     D) Hiperhidrosis en las enfermedades endocrinas:

     1. Hipertiroidismo. A veces, sobre todo en mujeres próximas al climaterio, se acompaña de crisis de sofoco con intensa sudoración, que puede obligar al enfermo a dormir sin ropa, o a abanicarse continuamente.

     2. a) En la mujer, en el climaterio fisiológico o en el síndrome consecutivo a la castración, puede haber, como he dicho, grandes sudoraciones acompañando a los sofocos (Þ). El sofoco climatérico no siempre se acompaña, sin embargo, de transpiración. Y, por otra parte, las mujeres climatéricas pueden sudar mucho independientemente de los sofocos.

      b) He visto algunos casos de sudoraciones en hombres en la edad involutiva y en un caso de eunucoidismo por orquitis infecciosa.

     3. Es muy típica la trasudación de la hipoglucemia, de interés para caracterizar las crisis espontáneas de esta afección y para distinguir el coma hipoglucémico, sudoral, del coma diabético, que es anhidrósico. No es síntoma absolutamente constante, pero cuando existe, permite hacer por teléfono el diagnóstico diferencial entre coma acidósico e hipoglucémico en un diabético. Unas veces se trata de sudores copiosos; otras, de una leve transpiración difusa (Þ). El insulinoma cursa con diaforesis ocasional durante las fases hipoglucémicas.

    4. En los libros clásicos se citan casos de sudores paroxísticos en la diabetes, sobre todo en la infantil. Es muy posible que se trate de crisis de hipoglucemia, no raras en ciertos diabéticos, y sobre todo, precisamente, en los niños.

     5. Es muy frecuente, y típica, la sudoración permanente de la mano en la acrocianosis que acompaña a casi todos los casos de insuficiencia genital juvenil (mano hipogenital): (Þ). En muchos hombres, tímidos sexuales u homosexuales, aun sin signos orgánicos de insuficiencia genital, es muy común la mano fría y sudorosa, que puede llegar a constituir una obsesión y un nuevo motivo de timidez, obligando a los enfermos a secársela de continuo y a evitar el dar la mano a los demás (hidrosifobia). Estas alteraciones de la mano pueden, no obstante, presentarse en individuos jóvenes enteramente normales.

     6. En la acromegalia es muy frecuente la sudoración excesiva.

     7. En el feocromocitoma, durante las crisis hipertensivas, pero también existe hiperhidrosis en las formas de hipertonía continua.

     8. En el síndrome carcinoide el sonrojo («flush») puede acompañarse de sudoración, lagrimeo y sialorrea.

     E) Hiperhidrosis en los estados de debilidad. Un carácter clásico de la debilidad en general son los sudores copiosos o fáciles. Se observa en los niños raquíticos, sobre todo en la cabeza; en los estados de escorbuto y otras hipoavitaminosis y estados de hipoalimentación infantil; en las anemias y otras enfermedades depauperantes; en las convalecencias.

     F) Hiperhidrosis en los trastornos circulatorios:

     1. El sudor frío es muy típico en las insuficiencias circulatorias agudas o en las crónicas (shock, hiposistolia y asistolia crónicas), muchas veces de madrugada.

     2. En la angina de pecho y en el infarto miocárdico hay grandes sudores, sin duda aumentados por la emoción terrorífica que acompaña a estos accidentes.

     3. También es muy común el sudor profuso en los grandes hipertensos; sobre todo los pletóricos (hipertensión roja): (Þ).

     4. En los tumores glómicos (glomangiomas) la compresión, además del dolor, provoca sudoración profusa general.

     G) Hiperhidrosis urémica:

     1. En ciertos urémicos, generalmente no hipertensos, hay frecuentes y copiosos sudores, probablemente eliminatorios, cargados de urea, de un olor típico. La urea trasudada puede depositarse en la piel, en forma de un fino sedimento blanquecino.

     2. En vómitos y diarreas con espesamiento de los humores (cólera, enteritis infantil, estrechez pilórica), puede haber también sudoraciones ureicas.

     H) Hiperhidrosis medicamentosa. Son bien conocidas las debidas a la pilocarpina, salicilatos, aspirina y fármacos análogos. También en las dosis excesivas de insulina o de preparados tiroideos.



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