Hemocultivo.

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Hemocultivo. El hemocultivo es un método importantísimo para el diagnóstico de las infecciones. En aquellas en que es factible, su positividad supone la confirmación absoluta del diagnóstico; pero los resultados negativos tienen un considerable margen de error, ya por defecto de los medios empleados, ya por la escasa cantidad de sangre sembrada; ya por no haber sido tomada ésta en el momento oportuno; ya porque los gérmenes no circulan siempre en la misma cantidad ni, probablemente, en las mismas condiciones de vitalidad. En general, se necesita realizar la punción venosa en los momentos de máxima hipertermia y sembrar cantidad abundante de sangre. Las enfermedades en que se emplea con mayor eficacia práctica el hemocultivo son:

     A) Fiebres tifoidea y paratifoideas. Es positivo el hemocultivo en un tanto por ciento muy elevado de casos; casi en el 100 por 100. Al comienzo de la enfermedad, precisamente cuando la aglutinación es todavía negativa, es cuando el hemocultivo aparece con mayor frecuencia positivo; de aquí su gran interés diagnóstico facilitado por técnicas recientes (Manzanete).

     B) Fiebre de Malta. El hemocultivo es positivo desde tempranamente, pero sólo en un 60 por 100 de los casos.

     C) Fiebre del aborto (Bang). Las posibilidades del hemocultivo positivo son semejantes a las de la fiebre de Malta.

     D) Espiroquetosis icterohemorrágica. Hemocultivo positivo en el 90 por 100 de los casos.

     E) Septicemias. En todas ellas, el hemocultivo es el método diagnóstico fundamental; pero, desgraciadamente, en ellas también, las causas de error son particularmente importantes, ya por posibles incorrecciones de técnica (por ejemplo, un hemocultivo de estafilococos puede ser debido a una contaminación de la piel, rica habitualmente en estos gérmenes); ya porque la punción venosa no se ha hecho en el momento propicio (tal ocurre en muchas estreptococias en las que la fase bacteriémica es de breve duración). Por ello, en toda septicemia clínicamente diagnosticada es necesario repetir el hemocultivo cuantas veces sea preciso —ya antes lo he indicado— antes de desechar el diagnóstico.

     F) Peste bubónica. En sus formas agudas, el hemocultivo es positivo en el 80 por 100 de los casos.

     G) Tuberculosis. Los resultados obtenidos por el método de Loewenstein son muy alentadores en los cultivos de esputos, de orina, etc., pero no sucede lo mismo con los hemocultivos, que sólo en una proporción reducida de casos, con diseminaciones hematógenas actuales o en la tifobacilosis, resultan positivos. Además existe la dificultad de distinguir el b. de Koch de otras micobacterias. De hecho no han entrado en la práctica clínica habitual.

     H) Meningitis cerebroespinal. Es positivo en los dos tercios de los casos.



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