Energía de las Olas

Indudablemente, hay alguna energía secundaria en las olas. El poder utilizarla económicamente es otra cuestión.

La irregularidad de esta fuente no la hace muy atractiva. Mayor importancia tienen las mareas, una de las más potentes manifestaciones de la naturaleza, que constituyen a la vez uno de los fenómenos más des­concertantes en cuanto a su variedad: en las costas de Bretaña, el mar avanza hasta 13 metros en la pleamar,mientras en el Medite­rráneo normalmente no alcanza más de algu­nos centímetros; en el Atlántico hay dos pleamares al día; en Tonquín, sólo una cada 24 horas; en algunos puertos puede haber ma­reas a cualquier hora, pero no cualquier marea (en Saint-Malo, las pleamares más altas no pue­den presentarse a mediodía ni las más débiles aparecerán a las 5 de la tarde); en Tahití, el flujo y reflujo tienen lugar todos los días a las mismas horas, independientemente del ciclo de la Luna.

Se comprende que fenómeno tan comple­jo se haya resistido siglos y siglos a una expli­cación racional. No vamos a entrar en expli­caciones sobre el mecanismo de las mareas sino a mencionar que, aparte de la atracción gravitatoria de la Luna y el Sol sobre las gran­des masas de agua oceánicas, hay que tomar en cuenta complejas nociones de hidrodinámi­ca, resonancias entre períodos celestes, osci­laciones forzadas de grandes masas, acciden­tes geográficos y factores meteorológicos. En definitiva el efecto en gran escala de las ma­reas se concreta en reducir la velocidad de giro de la Tierra sobre sí misma, por disipación de la energía de rotación en fenómenos de fric­ción. En un año, la energía así liberada por las mareas es del orden de 1.100 millones de to­neladas e.c. Las localidades en que se puede explotar económicamente la energía de las mareas son escasas. Se requiere no sólo gran diferencia de altura entre bajamar y pleamar sino también configuración adecuada para po­der embalsar con poco gasto grandes cantida­des de agua.