Diarreas de origen hepático.

Diarreas de origen hepático.  En todas las afecciones del hígado puede haber diarrea, pero, sobre todo, en estas tres circunstancias:

     A) En los enfermos con obstrucción de las vías biliares: la diarrea tiene el típico aspecto blanquecino de la esteatorrea; pero el color blanco, más claro y menos brillante, gris ceniza, débese a la falta de pigmentos biliares (diarrea acólica). Estas heces acólicas (que tal vez son pastosas o sólidas y no siempre diarreicas) pueden ser, además, esteatorreicas, pues la ausencia de bilis entorpece la digestión de las grasas; pero siempre que la esteatorrea es muy intensa, con muchas grasas neutras, debe pensarse en una lesión concomitante del páncreas. Sobre la diferenciación de las heces grasientas y las acólicas, (Þ).

    B) En las cirrosis atróficas no son raras las crisis de diarrea, muy abundante, incolora.

     C) En los estados de colecistitis crónica o en la hipercolia de ciertos colémicos constitucionales (Þ) puede haber descargas periódicas de bilis, con estado saburral, vómitos, etcétera; la diarrea, verdeoscura, es muy típica; ya matutina (a veces con vómitos biliares), ya postprandial (diarrea postprandial de Linossier).

     D) Hoy se sabe que muchas «diarreas biliares» tienen que ver con la falta de reabsorción ileal de los ácidos biliares, ya sea por desconjugación bacteriana (en diabetes, esclerodermia, diverticulosis, asa ciega), o bien por alteración de la pared intestinal (resección, enfermedad de Crohn, fístula entérica, etc.).



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