Aspecto macroscópico.

Aspecto macroscópico. Los datos principales en relación con el examen de las heces han sido expuestos en otros capítulos; aquí recordaré tan sólo aquellas alteraciones macroscópicas que pueden orientar al diagnóstico del médico general. Los especialistas son los llamados a la interpretación final de los caracteres de las heces en las distintas afecciones digestivas; en la práctica corriente, sólo es útil un número reducido de estos datos.

     A) Consistencia de las heces:

     1. Deposiciones diarreicas. Pueden ser líquidas y abundantes, en las de origen intestinal delgado; escasas y mucosas, a medida que la lesión se acerca al tramo final, hasta llegar a las falsas diarreas rectales o disentéricas (Þ) llamadas estercoráceas cuando se deben al estreñimiento, con escíbalos retenidos, irritantes de la secreción mucosa.

     2. Las deposiciones pastosas, abundantes, grasientas o no, son propias de las afecciones pancreáticas y biliares; o, simplemente, indican un tránsito rápido por el intestino, frecuente en sujetos nerviosos, vagotónicos, hipertiroideos, etc.

     3. Las deposiciones duras caracterizan el estreñimiento. Son moldeadas en las grandes atonías del colon; esferulares o caprinas cuando dominan los fenómenos espásticos, por ejemplo, en los sujetos nerviosos con colitis mucomembranosa; delgadas o acintadas cuando el estreñimiento se debe a un obstáculo mecánico (compresión externa o estrechez intestinal), tanto más cuanto más cerca del ano esté la dificultad; en forma de grandes bolas en la atonía del recto (Þ).

     B) Color anormal:

     1. El color muy oscuro o negro suele ser debido:

      a) A la sangre de procedencia alta o melena (Þ).

      b) A medicamentos (carbón, bismuto, hierro).

      c) A alimentos determinados (moras silvestres, morcilla o sangre, mosto, vino tinto en cantidad, etc.), que hay que diferenciar de la melena.

     2. El color claro, de yeso, es propio de las heces acólicas, por obstrucción completa de las vías biliares (ausencia de pigmentos biliares, unida a aumento de grasa no emulsionada, principalmente jabones): (Þ). No confundir las heces acólicas con las decoloradas por dieta láctea o por la ingestión de papilla de bario.

     3. El color amarillento, de grasa, se debe a las variedades de heces grasientas (Þ). A veces, es difícil diferenciar, por el simple aspecto, las heces grasientas de las acólicas; entre otras razones, porque pueden coincidir; pero en las heces grasientas hay pigmentos biliares (estercobilina, estercobilinógeno) que no existen en las acólicas; de suerte que agitando una porción de las heces con el éter, que disuelve las grasas, las esteatorreicas recobran el color oscuro; y las acólicas, no.

     4. El color biliar, hipercólico, aparece en las descargas intensas de bilis en muchas enfermedades hepáticas y digestivas y en las ictericias hemolíticas (Þ).

     5. El color verde es propio de la diarrea verde de los niños.

     C) Heces con sangre.

     D) Heces purulentas. Las grandes cantidades de pus se deben, casi siempre, a colecciones purulentas abiertas en la proximidad del recto o en éste: abscesos perirrectales, abscesos prostáticos, abscesos apendiculares, piosalpinx. Cuando un absceso purulento se abre en tramos más altos, el pus, no siendo en cantidades enormes, se suele mezclar con la deposición y pasar inadvertido (pericolecistitis, perigastritis, abscesos del psoas, abscesos vertebrales). El hallazgo de pus en cantidades microscópicas puede ser debido a cualquiera de las causas expuestas o a las colitis inflamatorias, colitis ulcerosas, lesiones tuberculosas, disentéricas, etc. Ya he dicho (Þ) que las heces disentéricas (mucopurulentas, flemosas, de reducido volumen, numerosas) no siempre son debidas a los agentes disentéricos, sino también a otras lesiones de los últimos tramos intestinales; la naturaleza disentérica exacta sólo la da la bacteriología.

     E) Heces con moco y membranas. En las heces normales existen pequeñas cantidades de moco.

     1. El aumento del moco aparece en casi todas las colitis, ya solo, ya mezclado con pus y sangre; en este último caso hay que sospechar una colitis ulcerosa. Pero moco en las heces, no quiere decir siempre colitis, es decir, inflamación del colon: puede presentarse en estados espásticos, funcionales, con simple estreñimiento.

     2. En los estreñidos crónicos puede haber membranas de moco coagulado, aunque raramente; estas membranas son típicas de la colitis mucomembranosa, con tamaño y formas distintas, a veces alargadas, simulando trozos de tenia.

     F) Heces riciformes. Se llama así a las heces líquidas, con abundantes grumos blancuzcos, que recuerdan a los granos del arroz cocido; están formados por grumos de células epiteliales. Aparecen en el cólera (Þ), en algunas intoxicaciones (Þ) y en las diarreas coleriformes, sobre todo en los niños (Þ).

     G) Cálculos y arenas intestinales (enterolitiasis):

     1. Los cálculos en las heces pueden ser:

      a) Cálculos biliares, de tamaño entre un grano de mijo y un huevo de paloma; oscuros, multiformes, duros, compuestos de colesterina, sales biliares y biliverdina. Hay, casi siempre, el cuadro previo del cólico hepático (Þ); o, más raramente, el de la ruptura de la vesícula en el intestino, previa peritonitis localizada y, a veces, obstrucción intestinal.

      b) Pancreáticos. Son numerosos; del tamaño de un alpiste a una avellana, redondeados o algo alargados, blancogrisáceos, duros, pero menos que los biliares; compuestos de fosfato de cal. Sobre esta litiasis.

     2. Arenas intestinales. Afectan la forma de fina arena, más o menos abundante, de granos pequeños, a veces grandes, como verdaderos cálculos, de las dimensiones de una almendra; de color oscuro o rojizo; se componen de materias orgánicas (30 a 60 por 100), y el resto, fosfato cálcico, oxalato cálcico y magnésico, hierro, sílice. Sobre su significación,



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