Prostatitis.

Prostatitis.  Se presentan: o como complicación de las inflamaciones uretrales, o como localización primitiva de infecciones diversas; o como complicación secundaria de las hipertrofias tumorales.

     A) Prostatitis aguda de origen uretral. Es, casi sin excepción, blenorrágica. Su diagnóstico es sencillo, porque la precede el síndrome de la uretritis blenorrágica (Þ), y, con frecuencia, la existencia de maniobras terapéuticas quizá incorrectas (lavados, cateterismo). Se describen la simple congestión prostática, la prostatitis aguda verdadera y el absceso prostático:

     1. La congestión prostática precede a la prostatitis, y es, probablemente siempre, una fase inicial de la inflamación. La congestión puede retroceder o transformarse en prostatitis verdadera. Los síntomas son: polaquiuria, retención urinaria moderada o intensa y típicas molestias perineales y rectales. El tacto rectal acusa una próstata grande, lisa, blanda, bien limitada, poco o nada dolorosa.

     2. En la prostatitis aguda hay, además del síndrome prostático, más marcado que en la congestión, fiebre, por lo común moderada. El tacto rectal descubre una próstata grande, irregular, blanda, dolorosa, cuya presión da lugar a la aparición en el meato de unas gotas opalescentes o purulentas, a veces con gonococos.

     3. En el absceso prostático, que es una complicación eventual de la prostatitis aguda, los síntomas son los de ésta, más acentuados, con fiebre más alta y escalofríos. El tacto rectal permite reconocer una próstata grande, globulosa, lisa, pero abollonada, renitente; a veces, muy dura por la inflamación periprostática; muy dolorosa. El pus puede abrirse en la uretra, o en el recto, o en los tejidos vecinos, originando las complicaciones del flemón periprostático (peritonitis, pielonefritis, absceso perirrenal, absceso isquiorrectal), flebitis intraabdominal o femoral.

     B) Son raras las prostatitis no venéreas. Aparecen ya por transmisión linfática, a partir de focos infecciosos vecinos (hemorroides infectadas, fístulas, rectitis diversas); ya por transmisión hemática, en el curso de algunas infecciones (erisipela, viruela, furúnculos, paperas, tifoidea, diversas septicemias). Sus síntomas son los mismos de la prostatitis genital, generalmente oscurecidos por los de la infección primitiva.

     C) Prostatitis crónicas. Las más frecuentes son:

     1. Prostatitis crónica blenorrágica. Durante mucho tiempo esta inflamación crónica, que suele aparecer en el hombre adulto, ha sido confundida con la hipertrofia adenomatosa de la próstata. Se debe la prostatitis crónica a la inflamación hipertrofiante, peridiverticular, en torno de cavidades que asientan en todo el órgano; estas cavidades se llenan de secreción estancada, que se infecta. Ocurre en antiguos blenorrágicos, casi sin excepción mal cuidados, con persistencia latente de la uretritis y con la colaboración de cateterismo repetidos si hay estrechez uretral; así como de abusos del coito, bicicleta, equitación, alcoholismo, etc. En el pus se encuentran los gérmenes habituales de la inflamación (estreptococo, estafilococo, coli, etc.), pero rara vez el gonococo. La sintomatología es idéntica a la del adenoma prostático: polaquiuria, retención de orina, pesadez dolorosa local, con frecuentes irradiaciones a los muslos y, sobre todo, a la región lumbosacra. Suele haber el cuadro del síndrome focal (Þ). Y, además, trastornos genitales: erección incompleta, eyaculación rápida y, a veces, dolorosa, síntomas que pueden crear un estado de impotencia psíquica (Þ). Estos trastornos nerviosos pueden llegar a ser los predominantes. El tacto rectal acusa la próstata grande, moderadamente endurecida, regular y dolorosa. Es síntoma muy importante la prostatorrea, al final de la micción o de la defecación: unas gotas blancolechosas o purulentas, formadas por polinucleares, células, moco y raramente gérmenes; esta prostatorrea se suele interpretar por el enfermo como espermatorrea. La diferenciación de la hipertrofia prostática adenomatosa se hace: por la edad (más juvenil en la prostatitis, generalmente antes de los cincuenta años), los caracteres del órgano al tacto rectal (en la prostatitis, menos voluminosa, menos renitente); la prostatorrea (que no existe en el adenoma); la rareza de la retención completa en la prostatitis (sólo se presenta, generalmente, la incompleta), la presencia del síndrome focal (positiva en la prostatitis, negativa en el adenoma, a menos que, secundariamente, se infecte); la evolución (más lenta en el adenoma); a veces, la presencia de divertículos prostáticos en la uretrografía de las prostatitis y no en la de los adenomas; al sondar, no se aprecia en la prostatitis el alargamiento de la uretra, que en el adenoma puede llegar a 24 o 25 cm, mientras que en las prostatitis no pasa de 20 o 21.

     2. Prostatitis tuberculosa. Es excepcionalmente primitiva; casi siempre, secundaria a la tuberculosis del epidídimo y del testículo o del riñón. Sus síntomas suelen quedar oscurecidos tras los de la afección primitiva. Más que al cuadro prostático, recuerdan al de la cistitis (forma uretrocística) o al de la rectitis (forma rectítica). El tacto rectal demuestra el aumento discreto y poco doloroso del órgano; en algunos casos se perciben nódulos múltiples, duros o reblandecidos. Puede haber evacuación purulenta por el meato. El diagnóstico de naturaleza se sospecha a partir de las lesiones tuberculosas primitivas.

     3. Prostatitis sifilítica. Es excepcional. Su sintomatología es muy solapada. Algunos creen que es frecuente, pero que no se diagnostica, y que, como las leucoplasias, puede ser punto de partida de no pocos cánceres.

     D) Prostatitis secundaria a los tumores del órgano. Aparecen en prostáticos reconocidos, generalmente en los obligados a sondarse. A los síntomas habituales se unen los agudos, y el diagnóstico es siempre fácil.

     E) Actualmente se observan muchas prostatitis agudas o crónicas no gonocócicas; el cultivo del jugo prostático recogido tras masaje resulta positivo a diversos gérmenes, especialmente Escherichia coli y otros Gramnegativos, pero también a Grampositivos (estafilococos y estreptococos) y a veces se trata de Chlamydia, Mycoplasma o de virus.

     F) Prostatitis en la esquistosomiasis con hematospermia y eosinofilia en viajes a los trópicos.



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