Producción de calor

Como el calor es una forma de energía, se produce por conversión de otras formas de energía. La energía cinética, por ejemplo, produce calor por fricción. Cuando dos superficies se mueven una sobre otra, o un cuerpo sólido se mueve en relación con un líquido o gas, el movimiento hace que las moléculas de las regiones superficiales se muevan más aprisa, elevando así su temperatura.

Una estufa eléctrica convierte la energía eléctrica en calor. En este caso, el movimiento de los electrones en el alambre del elemento térmico hace que sus átomos metálicos vibren más aprisa, produciendo calor. La energía química se convierte en calor durante la combustión, por ejemplo, cuando arde un combustible.

Los átomos de las moléculas que intervienen en la reacción se reordenan en forma de nuevas moléculas, y las fuerzas interatómicas liberadas producen un aumento de velocidad en esas moléculas. La absorción de sonido también produce calor, aunque en cantidades tan pequeñas que el cambio de temperatura
suele ser imperceptible. Las ondas de presión que constituyen las ondas sonoras agitan las moléculas, haciéndolas moverse más aprisa.

Y así como es posible convertir diversas formas de energía en calor, éste puede convertirse también en otras formas de energía. Las transformaciones de energía térmica proceden a la inversa, absorbiendo calor y produciendo energía de otro tipo. Un par térmico convierte el calor en electricidad liberando electrones, y el calor se convierte en energía cinética en cualquier máquina térmica, como es un motor de gasolina o una máquina de vapor. Un fuego convierte algo de su calor en luz, y un relámpago lo convierte en luz y en sonido (el trueno). Muchas reacciones químicas absorben calor en la formación de productos: en la cocción de alimentos, el calor se convierte en energía química, que queda almacenada en los alimentos.