Ondas y Sonido

Hay dos tipos de ondas en física: longitudinales y transversales. Las sonoras son de tipo longitudinal; es decir, sus vibraciones se efectúan en la misma dirección de su recorrido. El fenómeno de la propagación de las ondas longitudinales se puede demostrar con un muelle largo, de vueltas grandes. Estando el muelle sujeto por un lado y moviendo el otro extremo hacia delante y atrás, se producen también a lo largo de él olas alternadas de compresión (donde se arriman las espirales) y de enrarecimiento (donde las espirales de alambre están más separadas de lo normal).

Las ondas transversales son aquéllas cuyas vibraciones se producen en la perpendicular a la dirección de su propagación; como ocurre, por ejemplo, cuando agitamos regularmente sobre el suelo un tramo de soga hacia arriba y abajo en serpenteante ondulación. Las olas del océano y las ondas luminosas viajan también mediante una propagación transversal.

Como en el caso de las ondas longitudinales formadas a lo largo del muelle, las ondas sonoras consisten en una serie de compresiones y enrarecimientos. Consideremos las ondas sonoras generadas por un diapasón vibrante y lanzadas al aire. Al moverse hacia afuera cada varilla del diapasón, comprime el aire; al regresar hacia adentro, permite que el aire se «estire» (enrarezca). Por lo tanto, cada ciclo ondulatorio completo se compone de una compresión y un enrarecimiento seguidos. La longitud de onda es la distancia existente entre dos puntos (o partículas) adyacentes situados en la misma fase de la vibración de la onda (dos puntos de máxima compresión, o enrarecimiento, por ejemplo).

Una onda sonora se compone de una serie de compresiones y enrarecimientos alternados del medio por el que circula. El diagrama constituye una representación simplificada de lo que ocurre a las moléculas de aire (en las bandas de colores) contiguas a un diapasón vibrante, con gráficas de las variaciones de presión correspondientes