Desarrollo Vegetal
Como ocurre en todos los seres de organización pluricelular, el desarrollo y el crecimiento de los metafitos están ligados a la multiplicación y diferenciación celulares.
Esta diferenciación celular se hace patente en algunas de las plantas inferiores o talófitos, siendo ya manifiesta en la primera división germinativa de las esporas o de las ovocélulas fecundadas: en efecto, una de las células de este embrión bicelular está destinada a la formación del rizoide, mientras la otra tiene como finalidad la de dar origen al talo. En las plantas superiores o cormófitos, el máximo grado de organización se presenta en el grupo de los espermatofitos, plantas caracterizadas por tener flores y por formar semillas.
En las angiospermas, el desarrollo embrionario tiene lugar dentro del ovario contenido en el cáliz floral. En estos vegetales, el gametófito femenino está reducido a un saco embrional que se encuentra englobado en el primordio seminal (representante del macrosporófito) y que contiene ocho núcleos haploides. Este saco embrional recibe los dos núcleos espermáticos formados en el tubo polínico o gametófito masculino y tiene lugar una fecundación doble: uno de los núcleos espermáticos se fusiona con el de la ovocélula del saco embrional para dar origen al cigoto diploide, y el otro lo hace con el núcleo secundario.
Se forma así una célula (triploide) que, dividiéndose activamente, dará Origen a un tejido nutricio denominado endospermo. De este modo nace una semilla en cuyo interior se desarrolla rápidamente un embrión.
componen éste un escaso número de células agrupadas en una masa esferoidal, masa que está sostenida por un filamento suspensor de unas pocas células alineadas.
Las células embrionarias se diferencian prontamente y el embrión aparece constituido por cuatro partes: una pequeña raíz o radícula, un tallito rudimentario o hipocotilo, una pequeña yema terminal o plúmula, y uno o dos cotiledones u hojas primordiales en los que se acumula el tejido nutricio endospérmico.
El embrión en estado latente comienza en el suelo su desarrollo posembrionario. Allí tiene lugar el proceso de germinación o de desarrollo a expensas del tejido nutricio acumulado en los cotiledones, que aparecen como las primeras hojas (de carácter caduco) de la joven planta.
Agotadas las reservas nutricias, los cotiledones se desprenden y comienzan a brotar las hojas. El crecimiento ulterior del vegetal queda a cargo de las células de carácter embrionario que persisten en él durante toda su vida: las células meristemáticas. De su persistencia depende una diferencia fundamental entre las plantas y los animales: la de que el crecimiento vegetal no se detenga ya mientras la planta continúa con vida.
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