Contracciones fibrilares.
Contracciones fibrilares (fasciculaciones)
Se llama así a pequeñas sacudidas que aparecen en fascículos limitados de un músculo y no en la totalidad de éste; no son suficientes para provocar movimientos en las articulaciones correspondientes a los músculos afectados, pero son visibles a través de la piel o la mucosa por arrugas fugaces y cambiantes de la superficie corporal local. Se llaman también fasciculaciones o miocimias. Hoy se aplica la palabra «fibrilación» a los potenciales monofásicos del músculo denervado en el electromiograma. Se observan en los músculos atrofiados, por lesiones medulares o bulbares que afectan a los cuerpos neuronales del asta anterior o de los núcleos grises motores, sobre todo en los músculos del tronco o de la cara, y también en la lengua. Aparecen en afecciones crónicas con degeneración y destrucción progresiva de unas neuronas e irritación de las vecinas. Caracterizan a las lesiones nucleares motoras evolutivas. Pueden aparecer espontáneamente o por la acción del cansancio, de la excitación nerviosa o del frío. Su diagnóstico es obvio; sólo ligeramente se pueden confundir con las diversas mioclonías, sobre todo con la llamada corea fibrilar (Morvan) o mioclonía fibrilar (Þ), en la que las contracciones fibrilares aparecen por descargas súbitas y en músculos no atróficos. Tampoco deben confundirse con ciertas series de contracciones espasmódicas que a consecuencia de estados nerviosos, o sin causa aparente, presentan algunos sujetos sanos, en músculos delicados de la cara, como el orbicular de los párpados o los de la expresión de boca: estos movimientos, aunque finos, se acompañan de un pequeño gesto, no acaecen sobre músculos atrofiados y se presentan episódicamente, quizá para no volver a aparecer.
I. Las contracciones musculares son típicas de las atrofias musculares de origen mielopático y, sobre todo, en la de la esclerosis lateral amiotrófica, siendo uno de los signos de diferenciación entre estas atrofias mielopáticas y las atrofias miopáticas (Þ). No aparece en las lesiones cicatrizadas, definitivas del asta anterior, como después de una poliomielitis aguda, sino en los procesos crónicos, progresivos.
II. No se presentan en las atrofias musculares que acompañan a la radiculitis y neuritis.
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