Adenopatías infecciosas.

Adenopatías infecciosas. (Adenitis). Se presentan como reacción de las inflamaciones localizadas o generalizadas. He aquí las principales:

A) Infecciones localizadas.

Se afectan los ganglios de los territorios correspondientes al sistema linfático eferente del lugar de la infección: puede tener valor para el diagnóstico de la puerta de entrada, ya borrada, de una infección: ganglios cervicales y submaxilares en las afecciones amigdalinas, faríngeas, dentarias (sobre todo del segundo premolar), bucales: axilares, en las infecciones del brazo o de la mama; inguinales y crurales, en las infecciones de la pierna y de los órganos genitales.

Estas adenitis localizadas, como las generales, son más o menos marcadas, a igualdad de la agresión infecciosa, en relación con la predisposición linfática del sujeto; esta predisposición explica el que, a veces, una adenitis escandalosa subsiga a infecciones insignificantes (por ejemplo, una gran adenitis inguinal después de una erosión insignificante de un pie); la predisposición influye también en la tendencia o la resistencia de las adenitis a la supuración. En la fiebre por arañazo de gato, afección vírica, aparecen adenitis regionales en la zona cercana a la lesión cutánea.

B) Entre las infecciones generales agudas.

Alcanza la reacción linfática un especial interés en la peste bubónica, o, mejor dicho, en la forma bubónica de esta infección; el resto del cuadro clínico es muy significativa. Hay también una forma ganglionar, generalmente inguinal, de la tularemia. En la melitococia hay, a veces, adenopatía cervical precoz, muy marcada. Es conocida la múltiple tumefacción ganglionar cervical en la rubeola incluso en el sarampión; en la rubeola son típicas las adenitis mastoideas que no aparecen en el sarampión. Modernamente se insiste en la toxoplasmosis como causa de adenopatías en el adulto; a menudo aparecen en la región occipital, retroauriculares o cervicales y pueden identificarse por la positividad de la prueba de Sabin-Feldman. Asimismo en la listeriosis. También pueden incluirse aquí, aunque se trata de una afección crónica y no infecciosa sino micótica, las adenopatías de la torulosis.

C) Adenitis sifilítica:

1. El chancro genital produce el clásico ganglio satélite inguinal, o una serie de adenopatías discretas, inguinales, entre las que destaca una mayor; no supura nunca, y es éste signo importante para diferenciarle de la adenitis del chancro blando. En el chancro de la amígdala se produce una serie de adenitis en la región cervical del lado de la lesión, generalmente con un gran ganglio en el centro de la región esternomastoidea. En el chancro de la boca (labios, lengua), el ganglio importante aparece en la región suprahioidea.

2. En el período secundario, los ganglios pequeños, múltiples, duros, indoloros, aparecen, no sólo en la región satélite de la lesión inicial, sino en otros territorios, de una manera especial en la nuca y en el codo (ganglio epitroclear).

 3. En el período terciario se encuentran esas mismas adenopatías. La ulceración de los gomas puede reactivar el crecimiento de los ganglios satélites y provocar su superación.

4. En la heredosífilis deben buscarse las adenopatías, sobre todo en las indicadas regiones occipital y epitroclear.

D) Adenopatías tuberculosas.

Aparecen muy preferentemente en la región cervical (lateral, submaxilar) y también en las axilas e ingle, en las que pueden presentarse aisladas, prestándose a confusión con las venéreas, etc. Adquieren con facilidad tamaños considerables, caseificándose y formando abscesos fríos que cuando se abren, de modo espontáneo o quirúrgicamente, dan lugar a típicas fístulas. Es característico el aspecto de la piel escrofulosa, con adenopatías de distintos tamaños, fístulas y cicatrices muy deformes, rojizas o lívidas. Pueden acompañarse de febrícula, entrecortada con abscesos de intensa hipertermia. En muchos individuos coinciden con un buen estado general. Aunque menos veces que otras lesiones de la tuberculosis, las adenopatías pueden ser punto de partida de episodios graves, como la tuberculosis miliar y la meningitis.

Algunas veces la lesión ganglionar tuberculosa evoluciona con rapidez, con fiebre y caquexia, hallándose en los ganglios una gran reacción metaplásica del tejido reticuloendotelial y recordando, el cuadro total, al de la linfogranulomatosis maligna o al de la leucemia aguda monocítica. Es enfermedad generalmente infantil o juvenil, pero hay casos seniles, a veces sin antecedentes explícitos de tuberculosis, que inducen al error con el cáncer o la linfogranulomatosis, hasta que se reblandecen, apareciendo el pus bacilar, o hasta que la biopsia dilucida el problema. En la tabes mesarraica las poliadenitis fímicas asientan en el mesenterio y región retroperitoneal y suele ocasionar desnutrición, anemia, fiebre, meteorismo, dolores abdominales periumbilicales y a veces esteatorrea.

E) Adenopatías en la fiebre ganglionar.

(fiebre linfática, mononucleosis infecciosa: Pfeiffer-Kirkland-Chetenham). Si todas las infecciones agudas pueden producir adenitis, éstas constituyen el síntoma esencial en la llamada fiebre ganglionar, enfermedad reticuloendotelial, epidémica, probablemente contagiosa, no excesivamente frecuente, de la que se han observado brotes (no siempre indiscutibles) en muchos países de Europa y América; desde luego, en España. Empieza con cefalea, dolor de garganta o angina (sobre sus relaciones con la angina monocítica, abdominalgias, tos, escalofríos y fiebre muy remitente, con tendencia a intermitente, que dura dos o tres semanas; puede haber una erupción, generalmente sarampionosa.

Desde el comienzo, linfadenia generalizada, dura, dolorosa, en el cuello, y a veces en otras regiones; hepatitis, muy parecida a la infecciosa, con ligera hepatomegalia y esplenomegalia, que puede ser muy intensa y aparecer aislada, sin hepatomegalia (forma hepatoesplénica o esplénica). Puede aparecer ligera, raras veces intensa, ictericia (forma ictérica). Hay casos con ruptura de bazo. Aun sin síntomas clínicos hepatoesplénicos, se supone, por el estudio de las pruebas funcionales, que la afectación del hígado es frecuentísima.

Otras veces hay parotiditis o conjuntivitis. Puede haber casos ligeros, que se suelen diagnosticar como gripales, y otros en los que la intensidad de la alteración hemática hace pensar en leucemia. Es, en efecto, constante una fuerte linfocitosis y mononucleosis atípicas (hasta 25.000 o más), con reducción de polinucleares, que alcanza su máximo hacia el final de la segunda semana. Diagnóstico de aglutinación  y por las pruebas de labilidad proteica. La prueba de Paul-Bunnell es prácticamente específica.

F) Adenopatía en el reumatismo articular subagudo infeccioso.

(Still, Still-Chauffard). Esta afección, de individualidad nosológica dudosa, es una artritis reumatoide juvenil, con adenopatías múltiples, discretas, leucocitosis, y con esplenomegalia, que aparece principalmente en el niño y menos veces en el adulto.

G) Adenopatía del chancro blando.

Aparecen en la región inguinal, a los pocos días del chancro, con fusión de los ganglios y tendencia rápida al absceso (bubón). Sobre la diferenciación del chancro blando y el sifilítico.

H) Adenopatías en el linfogranuloma venéreo.

(NicolasFavre). Enfermedad contagiosa, venérea. Empieza por una erosión papular o herpética en la región del glande; o por flujo uretral de apariencia banal, a veces ignorado. Al cabo de algunas semanas, surgen las adenitis inguinales, generalmente unilaterales, en forma de cadena, cuyos elementos se funden en una masa que puede alcanzar el tamaño de un puño; la piel se torna violácea y se hace fistulosa. Las adenitis pueden generalizarse.

El estado general se resiente más o menos, con febrícula o fiebre alta, continua, remitente o irregular. Si aparecen brotes altos de fiebre, suelen indicar la invasión de otros ganglios. Sobre todo en la mujer, las adenitis pueden progresar hacia las paredes rectales, con subsiguiente estrechez rectal, a veces muy intensa. Excepcionalmente pueden darse casos de iniciación no genital, sino lingual, con adenitis cervical y axilar o esofágica. En los casos de diagnóstico diferencial dudoso con el chancro blando, o en casos de estrechez rectal que se presume pueda tener otro origen, por ejemplo, canceroso o sifilítico, se emplea la prueba de Frei. Otros datos. Hoy se sabe causado por la Chlamydia trachomatis.

I) Adenopatías en la sarcoidosis.

(enfermedad de Besnier-Boeck, Schaumann). En esta enfermedad hay adenopatías en el 60 por 100 de los casos; quizá más: es el síntoma que, con más frecuencia acompaña a las lesiones cutáneas: sarcoides o lupus pernio. Cuando estas típicas lesiones cutáneas existen, el diagnóstico es fácil, y también cuando se presenta el síndrome de la uveoparotiditis asociado a parálisis facial (síndrome de Heerfordt) es mucho más difícil cuando la adenopatía es aislada o se acompaña de las localizaciones viscerales: pulmonares (seudogranulia fría) o intestinales (ileítis terminal), etc., u óseas (osteítis múltiple cistoide de Jüngling).

Aun cuando no haya adenopatías palpables, es frecuente encontrar en los ganglios lesiones histológicas características. Las adenopatías no aparecen como satélites de las lesiones, cutáneas o de otros órganos, sino independientemente. La más frecuente es la epitroclear, que, erróneamente, puede hacer pensar en la sífilis; son frecuentes también en las axilas y en las ingles, más raras en el cuello. Son, en general, moderadas, movibles, indoloras; pueden desaparecer espontáneamente. Existe una sarcoidosis aguda (síndrome de Löfgren) caracterizada por adenopatías hiliares, eritema nudoso y artralgias fugaces, a brotes, de pronóstico favorable y más frecuente en mujeres jóvenes. La prueba de Kveim, típica de la enfermedad de Boeck, resulta también positiva en la forma aguda, que por lo demás no pasa a la cronicidad en los casos observados. La reacción cutánea a la tuberculina suele ser negativa.

J) Adenopatías en otras infecciones:

en la rubeola, en la toxoplasmosis, etc. (véase «hipertermias con adenopatías» y lo dicho en II B).

K) En el SIDA y en el complejo relacionado con él.

Aparecen adenopatías múltiples, a menudo acompañadas de fiebre prolongada, mononucleosis, sarcoma de Kaposi, infección por Pneumocystis carinii, con síndromes pulmonares, neurológicos o abdominales, pero en otros casos la linfadenopatía no se acompaña de otras molestias.



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