Absorción de la Radiación
Cuando un cuerpo absorbe radiación, se incrementa su estado de excitación sobre los electrones situados en un alto nivel energético, produciéndose fuertes vibraciones de las mallas cristalográficas, es decir, aumentan su temperatura. Los fotones incidentes, “esas cosas rápidas y luminosas”, se habrán esfumado. El cuerpo tiende a restablecer su estado primitivo mediante la re irradiación de esta energía adicional.
El proceso se desarrolla ahora en sentido inverso; los fotones emitidos de nuevo tienen unas longitudes de onda determinadas que dependen de la variación de energía, aunque el número de posibles valores es a menudo tan grande que podemos considerar que el espectro de emisión es continuo. Cuando un átomo o una molécula alcanza un estado de excitación, habitualmente sólo permanece en él durante un instante muy breve de tiempo, después del cual lo probable es que vuelva a emitir el fotón.
Sin embargo, en un cuerpo sólido o en un gas denso puede, antes de hacer eso, transmitir la energía a los átomos próximos por medio de la acción de las fuerzas intératórnicas. Por este procedimiento se iguala la temperatura y se hace más uniforme el estado de excitación del cuerpo. Como resultado de la redistribución de la energía, la radiación emitida puede tener una distribución de longitudes de onda diferente de la de absorción. En particular, la distribución depende ahora sobre todo de la temperatura del conjunto del cuerpo.
La acción recíproca entre la radiación y un cuerpo cualquiera es tan compleja que resulta imposible predecirla partiendo de los principios básicos. Es por tanto conveniente considerar, en su lugar, el comportamiento de un cuerpo que se toma como patrón o modelo, con unas propiedades determinadas y bastante sencillas. Si este cuerpo tiene un número infinito de niveles de energía permitidos, se le llama cuerpo negro, porque puede absorber toda la radiación que incide sobre él, cualquiera que sea su longitud de onda. La predicción de las propiedades de radiación de un cuerpo negro, debida a Max Planck (1901) fue el primer caso de utilización de las ideas de la teoría cuántica y uno de los pasos conceptuales más importantes en la historia de la Física. No vamos a intentar repetir aquí la argumentación sino a decir simplemente que se demuestra que la radiación emitida por un cuerpo negro, debido a su temperatura, tiene una distribución concreta, de densidad energética D.
Nos damos cuenta, en primer lugar, de que cuando en un cuerpo la densidad de energía próxima a la banda infrarroja dentro del espectro visible es suficientemente alta como para que tenga una luminosidad que la destaque de su entorno, la temperatura del cuerpo se debe únicamente a la radiación. Esto se produce a temperaturas próximas a 1.500 K (alrededor de 1.200 eC), cuando la máxima densidad de energía se produce para una A de 2 micras. Decimos entonces que el cuerpo está al rojo. Podemos, por supuesto, percibir la radiación a temperaturas mucho más bajas a través de su acción de calentamiento de la piel. En una habitación a temperatura ordinaria, es posible percibir la radiación térmica de un objeto simplemente si está 10 K más caliente que su entorno.
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