La hiperuricemia.

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Se encuentra la hiperuricemia:

      A) En la gota aguda, la hiperuricemia es, según la experiencia general, casi absolutamente constante; los casos descritos sin hiperuricemia son, en buena parte, dudosos. La proximidad del ataque agudo anúnciase por disminución rápida de la habitual uricuria, sin aumento notable de la uricemia, lo cual hace pensar que el ácido úrico se acumula en los tejidos cartilaginosos y periarticulares; luego, hay una hiperuricemia franca, durante el ataque, que puede alcanzar cifras considerables; terminado el acceso, se produce una gran descarga de ácido úrico por la orina, y la uricemia desciende lentamente. En los períodos interaccesionales, la uricemia queda moderadamente alta; otras veces, normal; desde luego, el régimen de alimentación y los medicamentos, sobre todo el atofán, pueden influir en estas cifras. También en la gota con encefalopatía (síndrome de Lesch-Nyhan) o hiperuricemia familiar con automutilaciones, coreotetosis y oligofrenia; existe un defecto enzimático congénito con falta de hipoxantina-guanina-fosforibosil-transferasa. Hay formas incompletas por déficit parcial del enzima.

     B) En la gota atípica, muy frecuente, sobre todo en la mujer climatérica (Þ y Þ), las cifras uricémicas son o normales o moderadamente altas (entre 0,40 y 0,60 g); el diagnóstico no es desechable, pues, si la uricemia es dudosa o negativa.

     C) En las enfermedades renales (nefritis agudas, nefritis crónicas parenquimatosas, esclerosis renal) hay, con frecuencia, hiperuricemia por retención renal; a veces hasta 3 g de uricemia por esta sola causa; es decir, uricemias superiores a las de la gota, pero sin síntomas gotosos, lo cual comprueba la parte que en la gota tiene el factor local, la precipitación del ácido úrico en los tejidos articulares; más importancia que el hecho de la hiperuricemia. De todos modos, deben tenerse en cuenta estos dos hechos: que en un enfermo sin gota, la uricemia alta indica, probablemente, una lesión renal, y que en un sospechoso de gota la hiperuricemia tendrá menos valor diagnóstico si existen a la vez lesiones renales demostrables. Se ha dado, por estas razones, gran valor al estudio de la uricemia para el diagnóstico precoz de la insuficiencia renal, en la que habría hiperuricemia e hipouricuria; pero las variaciones de los factores individuales (la capacidad renal en la eliminación del ácido úrico y las características en el metabolismo intraorgánico del mismo) son tan amplias, que la investigación tiene un valor muy restringido.

     D) En las leucemias, sobre todo en las mielocíticas, hay, a veces, altas cifras de uricemia (0,70 o 0,90 o más de 1 g), por la destrucción masiva de los núcleos de los leucocitos. Si no hay lesión renal, la mayor parte del exceso de ácido úrico formado se vierte por el riñón, y hay, por tanto, hiperuricuria proporcionada a la hiperuricemia, sin molestias para el enfermo; si el riñón es insuficiente, la hiperuricemia es mayor, proporcionalmente, que la hiperuricuria, y pueden aparecer dolores articulares y cólico nefrítico. Igualmente en la policitemia.

     E) Es mucho más rara en otras enfermedades de la sangre; por ejemplo, en la anemia perniciosa (Þ) dos casos míos, con manifestaciones artrálgicas.

     F) En los estados de hiperbasofilismo hipofisario (Cushing) y de hiperfunción corticosuprarrenal (Þ) he encontrado con frecuencia hiperuricemias, generalmente moderadas, pero netas. También en la acromegalia (Þ) y en el mixedema. Y también, finalmente, en las simples obesidades del tipo pletórico rojo: todo lo cual explicaría la tendencia a las molestias gotosas en estas enfermedades.

     G) En el varón, en la época de la actividad sexual máxima, hay tendencia a la hiperuricemia; así como no hay nunca hiperuricemia en el hombre hipogenital (castrado o eunucoide). En la mujer con virilización precoz o en la virilización climatérica hay tendencia a la hiperuricemia. En todos estos estados de hiperuricemia por hipervirilización hay con frecuencia síntomas gotosos. Los estrógenos parecen, pues, defender al organismo de la gota, probablemente movilizando el ácido úrico, aumentando la uricemia y la uricuria.

     H) En las enfermedades infecciosas, muy especialmente en la neumonía, hay hiperuricemia, con gran hiperuricuria (si el riñón está intacto); en la convalecencia sobrevienen grandes descargas de ácido úrico por la orina, y la hiperuricemia desaparece.

     I) Se citan casos de hiperuricemia, de supuesto origen central, en grandes amputados o después de traumatismos craneales; esta hiperuricemia súbita puede producir cólico nefrítico.

     J) Por la administración de ciertos medicamentos, especialmente los diuréticos tiazídicos y otros, la metildopa, algunos tuberculostáticos, etc.



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