La fiebre histérica

La fiebre histérica, de la que tanto se habló en otros tiempos, es siempre una hipertermia por cualquiera de las causas, infecciosas o no, acaeciendo en una histérica. Hay que evitar cuidadosamente su confusión con las hipertermias simuladas que indicaré a continuación. Si se separan ambos grupos de casos —los debidos a motivos conocidamente piretógenos y los simulados— la fiebre genuinamente histérica queda reducida a la nada. Pero cualquiera que sea su mecanismo, en la práctica, todos los médicos hemos tenido ocasión de ver enfermos jóvenes con estigmas notoriamente histéricos, o simplemente nerviosos, en los que, al parecer, fuera de toda simulación, se han producido hipertermias altísimas, bien toleradas, muchas veces acompañadas de crisis nerviosas o de síntomas nerviosos (contracturas, parálisis; o bien del grupo hipotalamohipofisario): (Þ), con el carácter típico de desaparecer tan arbitrariamente como aparecieron. En estos casos, aunque con reservas, se puede hablar de fiebre o hipertermia histérica. Acerca del histerismo, (Þ).

     La fiebre psicógena, no neurótica, sino por labilidad o sobrecarga —«estrés»— emocional, con ansiedad, es una realidad clínica, pero suele alcanzar valores febriculares de temperatura, pasajeras o fugaces, a veces monótonas, diarias y matutinas, o en relación con acontecimientos angustiosos o de tensión emocional. Desaparece con el sueño. Algunos prefieren llamar distermia a la febrícula psicógena, para indicar un trastorno central de la regulación térmica.