Sordera de percepción o de causa interna.
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II. Sordera de percepción o de causa interna.
II. Sordera de percepción o de causa interna. Se deben, como se ha dicho, a la lesión de la porción coclear del oído interno (caracol y vestíbulo, órgano de Corti) y la terminación coclear del VIII nervio (acústico). La lesión afecta también, con mucha frecuencia, a la porción vestibular del oído interno (conductos semicirculares) y a la terminación vestibular del nervio acústico; en este caso, a la sordera se asocia el vértigo; el ruido de oídos es asimismo acompañante frecuente de este cuadro clínico, constituyéndose entonces el vértigo de Ménière (Þ). Las causas principales son:
A) Otosclerosis (otospongiosis), precedida frecuentemente de temporadas de ruidos de oídos sin sordera todavía. Es, muchas veces, síndrome familiar; suele empezar en la edad de la declinación; pero otras veces, tempranamente (alrededor de los cuarenta años o antes aún). Puede haber o no sintomatología concomitante de esclerosis arterial o de hipertensión. Al principio suele haber alternativas, remisiones espontáneas (que se atribuyen a los tratamientos), hasta que la sintomatología se hace permanente. En las mujeres es frecuente que aparezca durante los embarazos o en el climaterio. No he encontrado, sino raramente, trastornos del metabolismo cálcico, alteraciones endocrinas y otros signos generales con los que se ha tratado de relacionar la otosclerosis; sin embargo, dada la trascendencia de las influencias hormonales en la constitución del hueso, es oportuno investigar, sobre todo en los casos juveniles, las posibles alteraciones paratiroideas, tiroideas e hipofisarias (por ejemplo, esclerosis muy precoces se pueden observar en casos de infantilismo o enanismo hipofisario). Luego veremos que el mixedema puede originar sordera por otro mecanismo. En los estados de hipoavitaminosis observados en estos últimos años y principalmente, al parecer, en los de hipoavitaminosis B2 (Þ) se ha señalado la esclerosis auricular juvenil con tanta frecuencia que hace pensar en su responsabilidad patogénica.
B) Diversas infecciones pueden producir sordera, ya transitoria, ya permanente, por inflamación o por impregnación tóxica del oído interno:
1. La infección más importante en este sentido es la sífilis; la congénita es causa de muchas sorderas (generalmente asociada con queratitis y dientes distróficos: tríada de Hutchinson;) (Þ). La adquirida puede producirla muy tempranamente; otras veces en las fases tardías. Algunas escuelas exageran la importancia de esta etiología. No obstante, debe siempre tenerse en cuenta y, en caso de duda, hacer un tratamiento de prueba.
2. La fiebre tifoidea es causa de muchas sorderas, generalmente transitorias; cuando son definitivas deben interpretarse como secuelas de meningoencefalitis. La «sordera» de la tifoidea suele ser aparente, debida al sopor y apatía.
3. En otras infecciones puede aparecer también este síntoma, como en el paludismo (hay que contar con la posible colaboración de la quinina), las paperas, la gripe, la escarlatina, la tos ferina, el tifus exantemático. El mecanismo de estas sorderas puede ser también central. Las sorderas internas debidas a focos infecciosos latentes (anginas e inflamaciones dentarias, principalmente) me parecen mucho menos frecuentes de lo que se dice por ciertas escuelas.
C) La esclerosis en placas (Þ), que se acompaña de un síndrome vestibular (vértigos, nistagmus) más o menos marcado, hasta el 70 por 100 de los casos, puede producir también sordera pura, generalmente transitoria.
D) Algunas intoxicaciones, como la quinínica, la salicílica y la estreptomicínica producen sordera con o sin ruido de oídos. Se atribuyen asimismo algunas sorderas al tabaco y al alcohol: no he visto ningún caso convincente. La dihidroestreptomicina es más tóxica aún para el VIII par y no debe emplearse. También pueden producir sordera otros antibióticos, especialmente la kanamicina, gentamicina (menos frecuente), tobramicina, amikacina, neomicina (parenteral), viomicina, sobre todo en personas de edad.
E) La hemorragia del oído interno puede producir sordera súbita con vértigo de Ménière (vértigo de Ménière apoplético) en las hemodistrofias (púrpura, hemofilia) o en las anemias graves, leucemias, etc. La presencia de tal accidente, en estos enfermos, es de fácil diagnóstico; en un caso mío de leucemia, una sordera súbita por hemorragia del oído precedió en un año al diagnóstico de la leucemia.
F) La lesión traumática del temporal puede ser causa de sordera. Otro grupo de sorderas postraumáticas se deben a lesiones del nervio acústico.
G) Creo bastante frecuente la sordera de percepción en el hipotiroidismo; se observa en niños o en adultos, incluso en casos con sintomatología hipotiroidea leve, difícil de diagnosticar (Þ). Se debe a una localización auricular del maxidema, que obedece, rápidamente a la tiroxina. No hay que olvidar, no obstante, que los hipotiroideos propenden especialmente a la formación de los tapones de cerumen y a la infiltración del conducto auditivo, que pueden producir una sordera de conducción. No se confundan estas sorderas, leves, reversibles, del mixedema con la sordomudez grave, irreductible, del cretinismo endémico, que estudiaré después.
H) Finalmente hay sorderas internas profesionales: artilleros, cazadores, perforadores, soldadores, telefonistas, pilotos de avión, etc. Dada la rareza con que estas sorderas aparecen en el gran número de individuos que ejercen estas profesiones, hay que achacar una parte importante de su producción a la predisposición esclerósica (por ejemplo, en un caso mío: el padre, artillero, y el hijo, aviador, son sordos juveniles; pero en la familia hay dos mujeres y un abogado con esclerosis auricular y ruidos y sordera precoces).
I) Se ha descrito recientemente una «nefritis» heredofamiliar asociada a sordera (síndrome de Alport).
J) En el síndrome de Wegener puede ocurrir una sordera brusca unilateral por arteritis, que simula una otitis media.
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