Otorrea Flujo purulento
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IV. Flujo purulento. Es el más frecuente. Puede ser agudo o crónico. Algunas veces se acompaña de parálisis facial:
A) Supuraciones agudas:
1. Todas las infecciones del conducto auditivo externo producen secreción de pus, aguda, previa la fase citada serosa, que puede pasar inadvertida. El furúnculo se diagnostica bien por el dolor agudísimo, por los latidos y por la simple inspección. Pero las supuraciones del conducto por inflamaciones difusas primitivas o en el curso de las infecciones generales, pueden ocasionar dudas diagnósticas con respecto a las otitis medias. La exploración se hace difícil, pues el conducto está extraordinariamente estrechado en estas infecciones; puede haber también sordera. Sin embargo, la duda dura poco tiempo. La diferencia más importante la da la levedad del dolor en la inflamación del conducto (a veces no hay más síntoma que la mancha de la supuración en la almohada), y la mayor agudeza del dolor en la otitis media con fiebre, que es ligero o falta en la infección del conducto. La exploración local del especialista es decisiva.
2. Salvo estos casos de origen externo, el flujo purulento agudo, acompañado de fiebre, indica una lesión del oído medio (otitis media aguda), con perforación del tímpano. Suele durar de dos a tres semanas. Si se prolonga más debe sospecharse una mastoiditis (Þ).
B) Supuraciones crónicas:
1. La supuración habitual, muchas veces sin otras molestias, revela una otitis media crónica generalmente consecutiva a una otitis aguda, explícita o larvada por: sarampión, escarlatina, gripe, etc.; o por lesiones crónicas nasofaríngeas.
2. Mención especial merece la difteria; la otitis diftérica, generalmente asociada a rinitis, no es rara y puede no haber ido precedida de la típica localización faríngea.
3. Debe también explorarse el estado general, que puede favorecer la cronicidad de la supuración: sífilis latente, diabetes, hipotiroidismo, reticuloendoteliosis lipoideas, etc.
4. La otitis media tuberculosa se sospechará cuando la supuración coincida con un estado general deficiente y marcadas adenopatías. La coexistencia de otras lesiones tuberculosas no es un argumento decisivo a favor de la naturaleza tuberculosa de la otitis, pues muchas veces las otitis banales se presentan en tuberculosos pulmonares o de otros órganos (tal vez, una otitis banal, como cualquier otro foco séptico, pueda favorecer la evolución de una tuberculosis pulmonar). La investigación del bacilo de Koch en el pus puede ser positiva; pero su negatividad no excluye el diagnóstico de tuberculosis. La parálisis facial es más frecuente en las otitis tuberculosas que en las banales. Sin embargo, una otitis tuberculosa puede evolucionar sin complicaciones y con estado general excelente, siendo muy difícil fijar su diagnóstico.
5. Los abscesos cerebrales o cerebelosos pueden, excepcionalmente, drenar el pus por el oído. Generalmente, la sintomatología encefálica anterior permite hacer fácilmente el diagnóstico (Þ).
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