Litiasis vesical.

Litiasis vesical.  Los cálculos vesicales pueden ser muy bien tolerados cuando están enclavados en la depresión postprostática o en un divertículo vesical; no es raro que se descubran entonces, como se ha dicho, por una cistitis secundaria; o, casualmente, en una radiografía. Cuando están libres en la cavidad vesical producen un síndrome típico de polaquiuria, hematuria (a veces, pero no siempre provocada por el movimiento), piuria moderada, quizá interrupción brusca del chorro y de la orina. La confirmación cierta del diagnóstico se hace por la cistoscopia y la radiografía; ésta da, en algunos casos, imágenes definitivas; pero otras veces es difícil decidir si una sombra incluida en el área vesical se debe a un cálculo o no; puede ser, en efecto, un cálculo ureteral o de las vesículas seminales; o calcificaciones de los ganglios pelvianos; o coprolitos; o artificios de los enfermos, generalmente enfermas, simuladoras. Es frecuentísima la cistitis secundaria a la calculosis. Pueden los cálculos vesicales dividirse en dos grandes grupos:

     A) Cálculos emigrados del riñón, fáciles de interpretar por el antecedente del cólico nefrítico: (Þ).

     B) Cálculos primitivamente vesicales: aparecen en vejigas infectadas y, por tanto, con el síndrome cistítico, que domina el cuadro clínico. Trátase de cálculos fosfáticos, a veces formados sobre el núcleo de un cálculo urático u oxálico. Son, por lo común, muy voluminosos. Hijos de la infección, mantienen, a su vez, a ésta y la incrementan. Es frecuente que pasen inadvertidos, tras el síndrome cistítico; a no ser que se presenten signos muy reveladores, como hematurias repetidas o interrupción brusca del chorro; o repercusiones rectales (Þ).



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  • diverticulo vesical con cistitis
  • coprolitos en una radiografia

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