La hemiatrofia.

Muy raramente se observa la hemiatrofia de la cara, generalmente limitada a la piel y al panículo adiposo; pero, raras veces, extendida a los músculos y aun a los huesos. La piel atrofiada se adelgaza y arruga, puede oscurecerse o despigmentarse; se atrofian las glándulas sebáceas; puede haber caída del pelo y de las cejas o blanqueamiento de ambos; en algunos casos, la lesión es más o menos dolorosa. Se puede extender a medio cuerpo. Indica o una anomalía constitucional o una lesión, no bien definida, del sistema vegetativo, progresiva (Romberg). Es muy difícil su diferenciación de la esclerodermia (Þ); es posible que se trate de la misma enfermedad pero muchos piensan que se trata de una forma de lipodistrofia. Aparece en mujeres principalmente, comienza en la adolescencia o juventud y avanza paulatinamente. Puede, a primera vista, confundirse con una parálisis facial (Þ). Los hemisíndromes pontinos o bulbares (de origen vascular, tumoral, siringobúlbico, etcétera) pueden, naturalmente, condicionar hemiatrofias faciales de la musculatura, algunos de ellos acompañados de síntomas vegetativos cutáneos, y desde luego con el cortejo neurológico general, según la localización de la lesión.



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