Hiperacusia Lesiones infecciosas o de otro orden del sistema nervioso.

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I. Lesiones infecciosas o de otro orden del sistema nervioso. He aquí las más importantes:

A) Meningitis (tuberculosa, meningocócica, séptica, sifilítica, etc.). La hiperacusia puede ser un síntoma muy precoz, sobre todo en la tuberculosa (Þ). En la polio, durante la fase de irritación meníngea, preparalítica.

B) Tumores cerebrales (Þ).


C) Tétanos. Es típica, en ciertos casos, la explosión de los accesos tetánicos por ruidos ligeros (pisadas, una fuente que fluye, etc.) (Þ).


D) Rabia. El menor ruido se convierte en un sufrimiento espantoso y determina el recrudecimiento de los síntomas (Þ).


E) Epilepsia. En algunos casos, el aura es una hiperacusia típica. Hay equivalentes epilépticos, caracterizados por la hiperacusia (Þ).


F) El vértigo se acompaña no raramente de hiperacusia (Þ).


G) Neuralgia facial, tic doloroso de la cara. Los accesos de dolor pueden acompañarse de hiperacusia insufrible (Þ).

También en la parálisis facial (Þ) cuando está afectado el nervio del estapedio.

H) Jaqueca. En bastantes casos, durante el acceso, hay hiperacusia, obligando al enfermo a permanecer en un silencio absoluto. La oscuridad que buscan estos enfermos es, muchas veces, un pretexto para el silencio (Þ).


I) Psicastenia, neurosis hipocondríaca. La hiperacusia puede ser intensísima en estos estados, haciendo insoportable la vida del enfermo y de sus familiares. El factor psicógeno es, en ellos, especialmente claro. Los pacientes acuden a recursos extraordinarios para evitar los ruidos molestos (taponamiento de los oídos, reclusión en cuartos almohadillados en un caso mío, etc.). Los ruidos de la vida ciudadana, cada vez más intensos, pueden ocasionar una verdadera neurosis de ruido, en los que ya es difícil separar lo que haya de verdadera hiperacusia, de la resonancia puramente psicógena: horror al ruido de los automóviles, de los altavoces, etc.



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